Los padres contaban a sus hijos relatos, de personajes que hacían cosas horribles, para asustarlos y que hicieran caso de lo que les decían. Así: “Cómete toda la comida que, si no, viene el coco que se lleva a los niños que comen poco”. También eran famosos personajes como: “Sacamantecas”, “Chupasangre” y otros por el estilo.
El Sanchismo tiene su careta o personaje favorito para asustar y despistar a la ciudadanía, es Franco. Habla de él como si todavía habitara en El Pardo y, en un febril arrebato desenfrenado, levita transfiriendo caretas de su escudo protector sobre Vox, PP, desafectos o de vecinos que están desesperados por los terribles desastres de la DANA.
Al Presidente le gusta el baile político y ha escogido como pareja de baile a su queridísimo enemigo, Franco. Sin él desfallecería políticamente porque se sentiría desamparado. Y, si no, ¿A qué viene convocar hasta 100 actos en 2025, para conmemorar el 50 aniversario de su fallecimiento? ¿Acaso no hay otros asuntos urgentes y graves que atender en España? ¿Cuánto dinero público se va a encaminar hacia los organizadores de la “Francosfera”? Y lo más importante: ¿Cuáles son sus propósitos?, ¿por qué no se ocupan de los problemas reales, en lugar de utilizar el pasado como coartada?
Sánchez convierte a Franco en su mejor aliado y a 2025 en el año de la “Francosfera”. Si no fuera porque el muerto, aunque sea Franco, es un muerto que está incapacitado para la vida, lo veríamos alegrarse al saber que su inusitado enemigo hace todo lo posible, y lo imposible, por mantener viva su memoria.
Una memoria que cuenta lo malo que le conviene y esconde lo malo de signo contrario. ¿Por qué esa obsesión en demostrar su antifranquismo, pero ensalzan dictaduras como la venezolana y similares? La incoherencia y la falta de honestidad política y democrática queda a la vista del público en la sesión del Congreso (12/12/2024). La Cámara votó dar luz verde a la iniciativa que insta al Gobierno español a que solicite una orden de arresto del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro,
La petición ha salido adelante con los votos de PP, Vox, y UPN y las abstenciones de PNV, Junts y CC. Ha recibido los votos en contra de PSOE, Sumar, ERC, Bildu, Podemos y BNG.
Cuando se instaura la democracia en España, a los sindicatos actuales se les dona los edificios sindicales, construidos bastantes años antes; teníamos Seguridad social, grandes hospitales, educación obligatoria a partir de seis años y nuevos centros escolares, infraestructuras y comunicaciones, baja tasa de paro, cerca de 4 millones de viviendas sociales, bienes domésticos y, en muchos casos, coche. Eso sólo puede decirse de España.
Un presidente obsesionado por un pasado, al que añora y al que no pertenece, está fuera de su tiempo y de su contexto. No sabe, ni asume que está en el presente y que sus responsabilidades, de gobernante, pasan por buscar soluciones a los acuciantes problemas actuales de España y por trabajar por el bienestar, igualdad, interés general y buena convivencia de la ciudadanía, para proyectarnos hacia un futuro aceptable para todos.
Es víctima de una distorsión histórica que le incapacita para juzgar, en su justa medida, lo acontecido. El pasado corresponde y es obra de los historiadores. El presente y el futuro es tarea de todos. Gobernar el presente actual y trabajar por una sociedad con futuro es lo que corresponde a los políticos y, los que no cumplan con las responsabilidades que el presente y el futuro les demandan, deberían abandonar sus cargos o, en su defecto, deberían poder ser inhabilitados de oficio.
Un gobernante, cuyo objetivo es reencarnar o distorsionar el pasado en la actualidad, está abocado a una presidencia deficiente o fallida, y a que el resultado de su gestión sea, en líneas generales, tan desacertado como negativo, e incluso peligroso. Es la lógica consecuencia de la incontenida fijación sobre un tiempo periclitado y sobre un personaje que no existe.
Si fuera posible solicitar un deseo a los Reyes Magos para esta Navidad, les pediría que regalen al Sr. Sánchez un cambio de actitud para revocar sus desavenencias con la realidad y la ciudadanía, de forma que pueda dedicar su tiempo y esfuerzos, junto a sus ministros, en solucionar los serios y numerosos problemas que nos acucian. Necesitamos una “nueva normalidad” más amable y eficaz, en cosas tan de todos los días, como: una buena convivencia, seguridad jurídica, que no se deteriore la economía y disfrutar de una sosegada libertad. ¿Qué gran regalo de Reyes sería!
Fuentes