LOS MUNDOS DE “YOLI”

LOS MUNDOS DE “YOLI” por Damián Carmona

Estos días hemos visto, de nuevo, como el populismo hace de la necesidad virtud. Después de su amago de disculpa, Yolanda Díaz, ha hecho de su exabrupto en el Congreso: “a la mierda”, su principal eslogan mitinero para la campaña electoral de las europeas.

Sabedor de su “potestas” que no su “autoritas”, llevo un tiempo intentando aproximarme a las “élites tecnológicas”. Ya que no formo parte de ese privilegiado grupo al que la vicepresidente se refiere como, “personas inmensamente ricas conscientes de que nos vamos al carajo”, decidí ofrecerles mis servicios para diseñar la sociedad que surgiría si tienen éxito con su plan B, fundamentalmente, por si me llevan con ellos al “mundo del metaverso”.

Antonio Escohotado que, sin cohete, hizo un viaje imposible para la líder de sumar y sus acólitos, dice: “que uno no sabe de nada hasta que se pone a estudiarlo”, algo que está de más para estos “modernos intelectuales radicales, erguidos en el risco de la verdad” de Schumpeter.

Siguiendo este método científico, el pasado jueves, después de la aprobación de la ley de amnistía, viajé en un cohete experimental a un lugar secreto en las Montañas Rocosas donde conocí a John Galt. Después de una interesante conversación regresé el domingo siguiente a Madrid. No lo podía creer ¡quizá no era necesario un plan B! Sería posible que después de seis años aguantando mentiras, perdón, cambios de opinión, una parasitación de las instituciones sin precedentes y el mayor ataque a la independencia judicial y a la prensa libre, entre otros desmanes; en tan sólo tres días, los españoles hubiesen reaccionado.

De pronto, a lo lejos, intuyo la mayor manifestación que, desde la Transición, haya tenido lugar en España. Cientos de miles de personas alegres y pacíficas gritando y celebrando la libertad y la democracia que la hacía posible. Nunca me alegré más de haberme equivocado, al final mis compatriotas se comportaban como ciudadanos libres y soberanos. El regalo de la Transición no lo estábamos ganando, como se lo ganaron nuestros padres después del 23-F. Me sentía orgulloso de formar parte de un país que no necesitaba la ayuda de Europa par defender su libertad, sino que estaba en condiciones de contribuir a su engrandecimiento.

Entonces, como suele ocurrir en los sueños, de repente, me encontré en medio de una masa blanca que gritaba: “así, así, así gana el Madrid”, ¡Kroos quédate! ¡Hey Jude! ¡Vini balón de oro!  ¡Vini balón de oro! Me alegré por mi hijo, que es más del Madrid que Bernabéu. Tengo que reconocer que, además, respeto a sus aficionados, aprecio a su entrenador y admiro a su presidente, pero no coincido con las prioridades de mis conciudadanos.

Reconozco que el real Madrid bajo la presidencia de Florentino Pérez ha hecho más por la marca España que ninguna otra institución en el presente siglo. Pero una cosa es que valore los méritos del mejor equipo del mundo y otra muy distinta es no preocuparme por los motivos que movilizan la población de nuestro país, sobre todo en un momento tan decisivo, en el que nos jugamos la libertad y la democracia.

Repentinamente, un sonido gutural distorsionado ¡nadieeeeee! Casi me caigo del sofá cuando veo a Risto interpelar a Ábalos. Por suerte no me había perdido nada importante, estaban hablando de unas monjas rebeldes del Monasterio de Belorado en Burgos. Me desperté justo a tiempo para escuchar a uno de los pocos políticos de nivel en este país.

José Manuel García-Margallo, entre chiste y chiste, nos ilustraba sobre las consecuencias del reconocimiento del Gobierno al Estado palestino en el Consejo de Ministros. El ex–europarlamentario, que no entendemos por qué no lo han incluido en las listas, indicaba: “lo que se ha hecho ahora es algo simbólico sin grandes efectos, pero que nos traerá problemas” y añadía: “para Israel hacerlo en este momento es como premiar a Hamás”.

Puede que fuera un sueño, pero mientras duró me sentí orgulloso de ser español, no pierdo la esperanza.

El próximo domingo, tenemos una oportunidad única para hacerlo realidad. Los españoles debemos entender que el 9-J no nos jugamos si gobiernan los conservadores, los socialdemócratas o los liberales. Lo que nos jugamos es la continuidad de un Gobierno populista que no cree en la democracia representativa y que plantea acabar con el régimen de la Transición para establecer un régimen iliberal de extremaizquierda. Para ello, pretenden acabar con los dos únicos pilares que sostienen la democracia en España: los jueces y la prensa libre.

No es el momento de ideologías partidistas, es el momento de defender la LIBERTAD Y LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA que han hecho de OCCIDENTE el único paraíso real de la humanidad.

 

Despierta Juan Nadie ¡Eres la esperanza del mundo!

 

Fuentes:

i28

DAMIAN CARMONA NAVARRO   @DaminCarmona1 Presidente de la Fundación Sociedad Civil


Autor: Redacción | Artículos
Equipo de redacción de Iniciativa 2028

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