Hoy recordamos el trágico asesinato de Gregorio Ordóñez el 23 de enero de 1995. Fue una de las muchas vidas que ETA segó sin piedad durante sus más de cinco décadas de terror injustificable, pues incluso en 1995 España ya era una democracia. Pero hoy, el luto se mezcla con la indignación, porque el actual Gobierno de España, liderado por Pedro Sánchez, ha sellado su continuidad en el poder gracias al apoyo de aquellos que defienden, justifican o minimizan la barbarie terrorista que marcó a este país.
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El Legado de ETA: 853 Víctimas y Cientos de miles de Familias Marcadas
ETA (Euskadi Ta Askatasuna) inició su sangrienta trayectoria en 1968 con el asesinato de José Antonio Pardines, un guardia civil que tuvo la desdicha de ser la primera ficha en el macabro dominó de la organización. Desde entonces, 853 personas fueron asesinadas, entre ellas niños, ancianos y civiles inocentes, todos considerados «objetivos» en su lucha contra un supuesto enemigo: el Estado español.
Las cifras son aterradoras. Desde los 21 asesinatos en 1978 hasta los 100 perpetrados solo en 1980, ETA consolidó un estado de terror que desdibujó líneas éticas, morales y humanas. Sus atentados no discriminaron; devastaron trenes, supermercados y plazas llenas de vida. Cada explosivo y cada bala llevaban un mensaje: el miedo es nuestro idioma. Lograron expulsar a unos 200.000 vascos, que ya no pueden votar en su tierra.
El Precio del Poder: Pactos con Bildu y los Herederos de ETA
Bildu, un partido político compuesto por antiguos miembros y simpatizantes de ETA, es hoy pieza clave para mantener a Pedro Sánchez en la Moncloa. Sus votos, manchados de sangre por la complicidad o la indiferencia hacia los actos de ETA, son el cimiento de un gobierno que dice abogar por la «reconciliación» mientras da la espalda a las víctimas del terrorismo entre las que se cuentan políticos de su propio partido socialista.
En mayo de 2023, Bildu generó un nuevo escándalo al incluir en sus listas electorales a 44 condenados por delitos relacionados con ETA, 7 de ellos por asesinato. Aunque se intentaron justificar diciendo que habían «cumplido sus penas,» el hecho de que estos individuos ocupen posiciones de poder no es solo una ofensa a las víctimas, sino también una afrenta a la memoria colectiva del país y a la dignidad humana.
El Silencio de las Instituciones y el Olvido de las Víctimas
El discurso oficial insiste en que ETA está derrotada, pero la realidad es que su influencia persiste, camuflada tras instituciones democráticas. Mientras se debaten leyes de «memoria» se ignora la verdadera historia reciente de un país traumatizado por el terrorismo. Los pactos con quienes nunca han condenado rotundamente los crímenes de ETA son un recordatorio de que la inmoralidad política del Presidente Sánchez, sus diputados y socios, que han desplazado los principios y la Ley para convertirse en mercenarios.
La Normalización del Horror
Quizás lo más preocupante sea la normalización de estos pactos. Las nuevas generaciones apenas recuerdan los horrores del Hipercor en 1987, donde murieron 21 personas, o del asesinato de Miguel Ángel Blanco en 1997, que conmocionó al país y movilizó a millones de personas de todo signo en contra de ETA. Esta amnesia colectiva no es casual; es producto de un esfuerzo deliberado por reescribir la historia y borrar las líneas que separan a abnegadas víctimas de sus resentidos verdugos.
¿Reconciliación o Rendición?
Reconciliación no es lo que vemos hoy. Lo que ocurre es rendición disfrazada de pragmatismo. Es aceptar que el precio del poder incluye pactar con quienes han legitimado el terror. ¿Qué mensaje se envía a las víctimas? ¿A las familias que perdieron a sus seres queridos? ¿A los jóvenes vascos y españoles?
El Futuro de una España Dividida
La historia juzgará a Pedro Sánchez y a quienes le apoyan. Pero la pregunta es si el pueblo español está dispuesto a olvidar y perdonar la injusticia. ¿Cuánto tiempo pasará hasta que el peso del olvido convierta a los asesinos en simples «actores políticos»? La dignidad de España está en juego. Hay que mantener la lucha para que se haga justicia con las 379 personas asesinadas por ETA y familias cuyos crímenes está aún sin resolver.
Hoy no solo recordamos a Gregorio Ordóñez, sino a todas las víctimas que cayeron luchando por una España libre de miedo. Sabían que estaban amenazados y siguieron luchando por la libertad del pueblo vasco. Fueron unos verdaderos héroes. Pero también debemos recordar que el terror no se derrota pactando con quienes nunca lo han condenado. Porque un país que olvida su pasado está condenado a repetirlo, como ahora ocurre en el Congreso.
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