La victoria de Donald Trump en las recientes elecciones en Estados Unidos han puesto de manifiesto una realidad innegable: los medios de comunicación tradicionales y las figuras del espectáculo han dejado de ejercer la misma influencia de antaño. Nos encontramos ante una auténtica revolución en el ámbito de la comunicación política.
Durante la campaña, los principales medios de comunicación estadounidenses respaldaron a Kamala Harris, y prácticamente todo Hollywood mostró su apoyo públicamente. Incluso los Vengadores se sumaron a la promoción, y la famosa cantante Taylor Swift declaró abiertamente su voto por Kamala. Incluso algunos algoritmos de IA y asistentes como Alexa de Amazon mostraban un sesgo descarado hacia el Partido Demócrata cuando se les preguntaba por ello… Sin embargo, el mensaje de Trump, apoyado por una estrategia comunicativa más directa y accesible, resonó profundamente en los electores. Esta realidad recuerda el «terremoto comunicativo» que supuso la victoria de Javier Milei en Argentina en 2023, anticipando una tendencia de cambio en las formas de comunicación política.
El monopolio de la comunicación ya no está exclusivamente en manos del establishment, las figuras mediáticas o las grandes multinacionales. Hoy en día, cualquiera puede expresar y compartir sus opiniones, llegando potencialmente a millones de personas. Esta descentralización informativa ha desconcertado a los actores tradicionales de la comunicación, quienes parecen no comprender del todo el cambio radical que se está produciendo.
Vemos cómo algunos periodistas de izquierda, desde los medios convencionales, expresan su frustración en redes sociales, sin entender cómo el público ha empezado a optar por plataformas de streaming y otros canales alternativos que ofrecen contenido fresco e independiente. En el pasado, los consumidores de noticias estaban limitados a ciertos programas o cadenas, a menudo con la obligación de esperar una semana para volver a ver a sus comentaristas favoritos. Hoy, en cambio, las redes sociales permiten el acceso inmediato y continuo al contenido de figuras específicas, sin depender de medios o canales concretos. Este cambio de paradigma es crucial para entender el nuevo entorno comunicativo.
Los medios han perdido el monopolio de la comunicación, y esa pérdida de control los ha dejado desconcertados. ¿Cómo es posible que casi todo Hollywood y personalidades globales como LeBron James o Taylor Swift hayan apoyado abiertamente a Kamala Harris y que, aun así, sus opiniones no hayan resonado en la elección?
La respuesta es clara: hoy los ciudadanos eligen activamente el contenido que desean, y ya no se dejan manipular tan fácilmente, una nueva forma de entender la comunicación política. Han empezado a cuestionar los relatos unidireccionales, esas narrativas que antes establecían quién era el “bueno” y quién el “malo” en la política y la sociedad. Este despertar de los consumidores representa una salida de lo que algunos consideran un «coma mediático» inducido. Cada vez más personas descubren quién es quién en el ámbito político y, empoderadas por este conocimiento, ejercen su derecho al voto de manera libre e informada.
Otra interesante derivada de este proceso electoral es constatar que a los políticos ya no les basta con demagogias para ganar el relato en los medios, pues los ciudadanos y sociedad civil exigen verdad y soluciones a sus problemas reales.
