Argumento bien documentado de porqué la corona no es culpable de los últimos acontecimientos.
La corona no es culpable
Texto íntegro del análisis que hace Rafael Dávila Álvarez, general de división retirado. «De familia de larga tradición militar, ha sido ayudante de campo de S.M. el rey Juan Carlos I, coronel jefe de la Guardia Real, general jefe de la Brigada de la Legión Rey Alfonso XIII, jefe de Tropas de Canarias y jefe de la Primera Subinspección del Ejército (Madrid), entre otros muchos destinos». (+ Info)
Escucho en estos tiempos recios muchas voces críticas (pocas con argumentos legales) hacia La Corona y veladas insinuaciones hacia su pasividad en momentos en los que se duda de la constitucionalidad de las leyes o decretos que aprueba o desaprueba este Gobierno de extraña composición o descomposición de España. En justa preocupación, que comparto en muchas de las sensaciones que esta fractura parece que conlleva, me pregunto hasta dónde puede intervenir el Rey. Intentaré dar una explicación que, aunque no sencilla, a todos nos debería preocupar. El Rey puede hablar, moderar, dinamizar y dar estabilidad a España. Pero no más y eso no es poco cuando se hace con habilidad. Ser Rey es un arte difícil. Nada más y nada menos. Es indudable que el Golpe de Estado absoluto, el que va a convertir a España en otra cosa, está en marcha y con él caerán España y su Corona. En mi opinión, muchas veces manifestada en este blog, así veo el futuro, pero mi pregunta sigue en pie: ¿Qué es lo que tiene o debe hacer el Rey de cara a la unidad de la Nación española y de acuerdo con su Constitución? Todo debe hacer ya que Él es la representación de la nación, de la unidad de España. ¿Pero puede? Cuando la situación es tal que de una u otra manera este Gobierno consigue controlar el Poder Judicial y constituye un Constitucional para y por su ideología ya sabemos que el Golpe de Estado será consumado. Cuando los partidos políticos en la oposición andan a sus cálculos y poco calculadores, cuando lo ilegal se invierte y manda… ¿Será culpable el Rey? ¿O víctima de los que así lo han urdido y de los que más o menos lo han visto venir y aceptado? Ya sabemos que la manipulación mediática manda y puede, puede mucho, como el dinero, pero con eso hay que contar y luchar. La unidad de la nación se construye y se basa en la unidad de las partes, nunca en las fracciones. Si esos que miran y dirigen su dedo acusador a la Corona están pensando en el Rey como Jefe de las Fuerzas Armadas y en unos soldados convertidos en tropa que manden en los Poderes del Estado es que no conocen la Ley ni las leyes. A los sin Ley se les combate con la Ley, que desde el Poder Judicial se debe vigilar sin manipular, y a la calle se la gana uno en la calle con palabras y sobre todo con hechos. Si es necesario, se usan estrategias y tácticas como las utilizadas por el adversario, con inteligencia, incluso artificial, pero llorar y que vengan otros a sacarte las castañas políticas del fuego porque tú eres incapaz: nunca. Está prohibido por el honor. Dicho esto no queda todo dicho. El Rey reina, pero no gobierna. Esa es la clave. Reinar es mucho más que gobernar porque gobernar es dirigir un país o una colectividad política, pero reinar, más en España, es prevalecer, ser pasado, presente y futuro, ser la España que como tal se inició y la que será, la España que continuará siéndolo en el futuro. Me atrevo a decir que hoy por hoy la única garantía de que la Ley siga fundamentándose «en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas» es la Corona. Mucho más en una España en la que una república —o repúblicas— significa en estos momentos ahondar en las diferencias partidistas por mucho que se esforzara en olvidarlas. España está en peligro de desaparecer; es evidente. En ello entra en juego la Corona simplemente por ser un obstáculo para el fraccionamiento de España, por ser símbolo de la unidad y representar a todos y cada uno de los españoles. El Rey lo es de todos los españoles y frente a esta dicotomía en la que se hoy encuentra España, alentada por todos, fomentada e incluso agresiva, que ronda los porcentajes del 50% de enfrentados, aunque cada parte enfrentada esté a su vez fraccionada y tirando de su cuerdecita no es justo quitarse el problema de encima señalando al Rey. Cuando hay partidos con una misma fe en la unidad de España, partidos que nacen y crecen juntos, hermanos de la misma patria, y de los mismos sentimientos e ideas, que andan cada uno a lo suyo no creo que se pueda señalar a la figura del Rey como culpable de lo que ocurre. Esa es una deslealtad que no sería la primera: «La República la trajeron los monárquicos y, después, la perdieron los republicanos». El Rey no gobierna, sino que reina. Pero lo difícil es definir en qué consiste reinar sin gobernar. ¿Recuerdan aquellas palabras de don Torcuato Fernández Miranda: «Desde la Ley a la Ley a través de la Ley»? El peligro existe. Tierno Galván: «Hay que aceptar la Monarquía como el mejor y más fácil puente hacia la democracia. Luego, ya veremos». ¿Ha llegado el momento? ¿Qué hace el Rey? ¿Para qué sirve? «Arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones». Esa es la grandeza de la Corona. Reinar. Es decir: es la «idea de España». No de manera abstracta o intangible sino que a base de «La información, la preparación y la anticipación permitirían también al Rey establecer planes» en palabras de Sabino Fernández Campos «ya que en un régimen de Monarquía parlamentaria, la acción del Rey en el plano político, y sobre todo su intervención en los procesos de toma de decisiones, se ejerce en el marco confidencial del diálogo con el Presidente del Gobierno y los Ministros». Nunca más importante que hoy ese despacho frecuente entre Rey y Presidente del Gobierno. Y que se dé a conocer no su contenido, aunque en ocasiones también, pero al menos que existe. No solo con el presidente del Gobierno, sino con todos los poderes: sociales, políticos, judiciales, empresariales… Ser símbolo y representación del Estado es su función clave y que no admite intromisiones. Tenemos la impresión de que esa información, anticipación y diálogo permanente del Rey con los Poderes del Estado es escasa o mínima cuando es necesario hacerlo de manera fluida y quizá que sea más conocido por todos. ¿Qué lo hace? No lo sabemos. Puede que no nos enteremos. Hay que estar informado y vigilante (anticipación) para moderar y tener muy en cuenta aquello tan delicado: «Desde la Ley a la Ley a través de la Ley». Todos tenemos mucho que hacer por España, el Rey y nosotros. Ayudemos y reinemos con Él, porque reinar es ser España, la de todos y de cada rincón de España. El Rey reina, no gobierna: el Rey es el símbolo de la unidad de España y como tal actúa y hoy es la única garantía que tenemos de que no se rompa España. Analicen hasta dónde puede llegar su reinar. Muy lejos con tal de que España no se rompa. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.) |
Preservar la idea de España, en el marco de la Constitución.