¿Cómo hemos llegado a esto y cómo lo solucionamos? Se preguntan hoy día muchos melillenses sin encontrar respuesta alguna mirando hacia el Palacio de la Asamblea (antes modesto Ayuntamiento) o a la Delegación del Gobierno, ambos en la Plaza de España. Y la respuesta la encontramos, a nada que nos esforcemos, en una sentencia de Platón:
«El precio de desentenderse de la política es ser gobernado por los peores hombres.»
Porque precisamente es eso lo que le ha pasado a esta sociedad, ha creído que en democracia son otros los que han de resolverte tus problemas mientras los ciudadanos permanecen a la espera del acierto o generosidad del gobernante. Y todo lo redujeron a la subvención de turno o el puesto a dedo en la administración.

Melilla ha sido fenicia, cartaginesa, romana, visigoda, árabe, …, cristiana, musulmana, judía, … africana intentando ser europea, … pero nunca ha dejado de mirar al norte esperando que su madre España respondiera a sus necesidades. Tal vez por todo ello, y por una historia de guerras y amenazas con el vecino del sur, su sociedad nunca ha madurado lo suficiente para hacerse responsable de su futuro.
Si en los primeros años de la Transición, la ciudad vivió una gran transformación en cuanto a participación ciudadana en partidos, sindicatos o asociaciones vecinales, más pronto que tarde las personas competentes lo fueron abandonando y entonces sucedió lo que Platón nos vaticinaba y salvo honrosas excepciones llegaron “…los peores…”. Primero a los partidos donde personajes sin la menor competencia asumieron cargos de gran responsabilidad, luego a los sindicatos que se llenaron de liberados cuyo único trabajo fue el de voceras, preferentemente en la barra de algún bar o cafetería y, para terminar, en las asociaciones de vecinos que, a falta de sillones remunerados, sirvieron para dar sillas a unos cuantos sin la menor cualidad o preparación para dirigir nada.

Obviamente, aquello no podía terminar bien y así el gobierno de la Ciudad Autónoma fue pasando de partido en partido, incluso de las más extrañas coaliciones, sin que ninguno de ellos haya elaborado un serio y riguroso plan de futuro para esta ciudad. En ello estábamos, cuando gobernando el PSOE en los años ochenta a nivel nacional y local, se produjo el “regalo” de miles de DNI a personas de origen marroquí que, si bien muchas reunían todos los requisitos para ser españoles sí que también “a río revuelto” se dieron carnets a muchos que no podían ni debían ser españoles. Por otra parte, se da la paradoja que todos ellos conservaron su documento de identidad marroquí (Necua) y con ella la nacionalidad siendo fácil encontrar tanto en Melilla como en Ceuta a quienes presumen de “tener doble nacionalidad” usando una u otra según les convenga.
Esto, sin la menor duda, cambio la ciudad para siempre pues al día de hoy, según datos oficiales, la población de Melilla tiene un 52% de musulmanes frente un 46% de cristianos. Cifra de musulmanes que, si miramos a los centros de Infantil y Primaria, en pocos años, serán mucho más diferentes a favor de la población musulmana.
Por otra parte, Melilla tiene gravísimos problemas de sanidad, paro y comunicaciones que parecen haberse convertidos en endémicos y que se han visto agravados de forma importante a raíz de la pandemia con el consecuente cierre por parte marroquí de la frontera. La sanidad sobrevive como puede con una enorme falta de profesionales y un Hospital Comarcal donde para un simple cateterismo hay que evacuar por vía aérea al paciente. Y ojo, que esto es muy grave: sin tener un hospital de referencia en la Península y siempre esperando a que el Hospital Carlos Haya de Málaga nos atienda casi “de favor”.
Las comunicaciones habían mejorado por la competencia entre compañías, pero en el último año hemos vuelto a los monopolios subvencionados con la consiguiente caída en calidad, frecuencia y precios en los transportes aéreos y marítimos.
En cuanto al paro, es cada vez mayor por mucho que lo disfracen de planes de empleo que sirven más de clientelismos electoral que de ser una mínima solución y eso que en ellos se invierten cientos de millones de euros. Las empresas y los profesionales autónomos se han visto ahogados por el cierre de la frontera con Marruecos y por el aumento de costos e impuestos de tal forma que muchas han echado el cierre o se han ido fuera buscando otras oportunidades.
En otra ocasión hablaremos de la guarnición militar de Melilla que tan importante fue para la economía local y que hoy se ha visto reducida a regimientos con un solo batallón en el mejor de los casos y, por supuesto, sin todos sus efectivos.
La sensación que muchos tienen, de la que se habla en voz baja, es la de un estado de decadencia y sobre todo de decadencia ciudadana que, con cada vez más frecuencia, dispone de una vivienda en la Península no como antes para “pasar las vacaciones” sino “…por si acaso…”. Desgraciadamente la ciudadanía, mayoritariamente funcionarios de todas clases, no termina de asumir que su futuro o el de sus hijos está en esta ciudad y los jóvenes se van porque no encuentran trabajo mientras los jubilados hacen lo propio porque no tienen la sanidad que necesitan.
Para cerrar el círculo, faltan las propuestas políticas que ilusionen y den soluciones a las necesidades de los melillenses, buena muestra de ello es el nuevo y flamante Hospital Universitario que se ha tardado en construir 14 años y ahí está esperando ser abierto mientras las administraciones autonómicas y nacionales siguen enfrentadas discutiendo de forma cainita y absurda sin tener para nada en cuenta la salud de los melillenses.
Y así estamos, “…esperando que lluevan…” soluciones que sin duda existen con gentes dispuestas a llevarlas a cabo, pero a las que no se las escucha ni se las atiende. Así estamos “Desde Melilla, año 25 del siglo XXI”. Un nuevo siglo, con nuevas ideas, nuevas formas y nuevas gentes donde la convivencia, el respeto, la eficacia, los derechos y las libertades deberían ser asumidos con responsabilidad por todos y para todos. Incluso en Melilla.
Fuentes