La Ruleta Rusa. Imagen de la bandera de Rusia.

La Ruleta Rusa

El juego de la “Ruleta Rusa” parece un símil apropiado para la situación que se vive actualmente al Este de Europa, u Oeste de Rusia, según el lado que se mire de la frontera entre Ucrania y Rusia. Lo triste es que el juego afecta ya a cientos de miles de fallecidos como civiles no combatientes, a militares en combate, y a sus familiares.

El resultado es impredecible, Rusia es una bomba de relojería, que puede explotar y salpicar fuera de sus fronteras, o implosionar hacia el interior del propio país. Es lo que tienen los delirios autoritarios. Al final, lo que es seguro, es que el presidente Putin arruinará al pueblo de la Federación Rusa, y no sólo económicamente, sino peor aún, moralmente, al obligarlo a participar en una guerra injusta y deshumanizada.

Muchos de nuestros ciudadanos jóvenes no vivieron ni recuerdan a la “grandiosa” y ruinosa Unión Soviética. A lo sumo les han contado historias idílicas sobre el Comunismo y falsas verdades sobre la lucha de Rusia contra el imperialismo norteamericano.

Pues bien, Rusia – y China, y Cuba, y Venezuela, etc. – son herederos del viejo y caduco comunismo, que se mantienen en pie con líderes dictatoriales que esclavizan a sus ciudadanos. Por supuesto no son demócratas ni tienen prensa medianamente libre, y tampoco existe separación de poderes ni estado de derecho. Rebelarse en Rusia, China, Cuba, Venezuela, etc. supone ir a la cárcel, ser torturado y condenar a la familia del rebelde y a sus descendientes a un destino incierto.

La regla de juego comunista es el interés del líder, disfrazado de ideología populista, su consecución y mantenimiento del poder, la arbitrariedad e injusticia con el pueblo, la corrupción y la violencia. También se adorna con la falta de respeto al derecho internacional y humanitario, la deshumanización, opacidad, sorpresa e incluso calculadas dosis de terror.

Sin embargo, tienen seguidores internos interesados dentro del país, y otros externos que han quedado esparcidos por sus antiguos dominios. Por ejemplo, en los países hoy europeos y liberados del antiguo yugo de la Unión Soviética, quedan poblaciones afines a Rusia y al comunismo que oscilan entre el 5% y el 30% de sus actuales habitantes (los que quedaron separados por las nuevas fronteras). Muchos de ellos añoran lo que denominan “el orgullo perdido” frente a Europa, los Yankees, etc. Los partidos políticos europeos neo-comunistas, con su vetusto “No a la Guerra”, son otro cantar, pero resultan igualmente cínicos y peligrosos.

La invasión de Ucrania por Rusia, iniciada en febrero de 2022, no fue casual. Ninguna guerra se lanza de un día para otro, sino que forma parte de un proceso demagógico y social largamente madurado y militarmente planificado. Putin y sus generales son responsables de crímenes de guerra, especialmente los más violentos. Sin embargo, Rusia es miembro del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) que puede vetar, entre otras, acciones militares y condenas internacionales, lo que equivale a un salvoconducto de su líder salvo que fuese juzgado por su propio pueblo. Otros miembros del CSNU son China, Estados Unidos, Francia y Reino Unido.

A la larga, los únicos beneficios netos caerán del lado de los suministradores de armamento, que harán “caja” por la ingente cantidad de armas lanzadas desde uno y otro bando, así como por el uso de este territorio como campo de pruebas de nuevo armamento. Los perjudicados, los de siempre, las personas que viven en peligrosas zonas de fricción entre poderes y con escasos recursos.

Las fuerzas rusas son regulares (ejércitos), mercenarias (Grupo Wagner), encubiertas (muchas otras) y están apoyadas con espías por doquier. No han sido tan eficaces como declaraban, sino un gigante con “pies de barro” técnicos, logísticos y morales. En su seno hay intereses patrióticos dispares, como los que podría haber entre líderes de distintos grupos mafiosos que trabajen a gran escala.

Los recientes acontecimientos y noticias publicadas, verdaderas y falsas, entre Putin, su cúpula militar y el Jefe del Grupo Wagner confirman ese complicado tablero de ajedrez, y el lema de que la primera víctima de un conflicto siempre es “la Verdad”. La guerra de la desinformación siempre transcurre paralela a las operaciones militares.

Enfrente tienen a una Ucrania invadida en contra del derecho internacional, a civiles que han sido atacados indiscriminadamente y a un grupo de países democráticos europeos y de la OTAN que los defienden. La disuasión para evitar la escalada, así como el balance de fuerzas, es muy importante mantenerlo, pero más aún saber de qué lado se encuentra el “derecho internacional y la verdad” que, desde luego, no está del lado del presidente Putin.


Autor: Carlos de Palma Arrabal | Artículos de Carlos de Palma Arrabal
Carlos de Palma Arrabal es Coordinador de Iniciativa 2028. Es Máster en Ingeniería y Organización Industrial y piloto militar, actualmente jubilado. Reside y es natural de Málaga. Ver perfil de Carlos de Palma

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