Iniciativa 2028 recoge este artículo sobre «ETA ha dejado de matar pero no ha muerto», de Juan Francisco Alcaraz, componente del equipo i28, colaborador habitual con sus artículos y tertuliano de Esradio en la Región de Murcia.
ETA ha dejado de matar pero no ha muerto
«Los españoles, llevamos ya más de 50 años oyendo esta cantinela y ya me dirán ustedes donde estaba el problema para tener que matar a tantos ciudadanos indefensos».
Algunos jóvenes vascos, se equivocaron de época y de país, para tratar de imponer con la violencia, una ideología desfasada ( el marxismo-leninismo) y una independencia territorial ( separación de España ) que no lograba pasar de la fase de quimera.
Pero en las revoluciones del siglo pasado, nacidas en su mayor parte de procesos descolonizadores, donde los comunistas tenían unas oportunidades únicas para llevar a las masas a su redil, no eran aplicables en un sitio como España en pleno desarrollo industrial, con las necesidades básicas de la población cubiertas y con el Estado extendido hasta el último rincón de la geografía nacional. Solamente el refugio francés, permitió que estos aprendices revolucionarios de Facultad universitaria tuvieran tan larga vida.
Como tenían que justificar sus acciones terroristas, empezaron a crear un lenguaje nuevo y adecuado a sus propósitos. Aspiraciones irredentas, sometimiento autoritario, tradiciones perseguidas y así hasta llegar a las palabras adecuadas.
Empezaremos por conflicto.
¿Dónde estaba la disputa? Unos cachorros burgueses aburridos, irradiados por los Castro cubanos y los argelinos independentistas, que se tiran al monte y desafían a la autoridad competente, en este caso el franquismo, en todo su esplendor. Que esperaban conseguir: ¿derrocar a Franco?, ¿Vengar a los abuelos derrotados en la Guerra Civil?…
«¿Iniciaron una guerra, entonces? Guerra sería la segunda palabra».
«¿Quién ponía los carros de combate, la artillería, la aviación…? ¿Dónde estaban los del lado criminal, en una lonja? No se podía hacer un ridículo mayor en todos los folletos que distribuían y con una mentalidad tan alejada de la realidad. Estos, eran los salvadores de la sacrificada clase trabajadora vasca por cuya reivindicación de derechos pisoteados, se habían alzado».
ETA ha dejado de matar ¿Hay ahora paz cuando ya no matan a nadie?
Paz, sería la tercera palabra.
De difícil encaje, si no hubo guerra más allá de mentes calenturientas que vivían una realidad paralela, fruto de la burbuja que se habían construido. Más bien paz de error, de equivocación, de saber que estaban en un camino sin salida, en una espiral de violencia que no les llevaba a ninguna parte y lo que es peor, al rechazo de la mayor parte de la sociedad vasca, a la que decían defender sin que nadie se lo hubiera pedido.
Entonces: ¿Qué es lo que hubo durante tantos años de plomo? Terror, mucho terror. Víctimas, muchas víctimas. Dolor, mucho dolor.
Dos bandos enfrentados, en los que unos ponían los muertos y otros los asesinos. Casi un millar de Policías y Guardia Civiles; Policías Locales; Militares y ciudadanos anónimos, calificados de chivatos porque tomaban café con un Guardia Civil, con el que compartieron su adolescencia en el mismo pueblo.
«Por eso es por lo que será recordada ETA, como la última banda de criminales de Europa, unos aldeanos con pistolón, una cuadrilla de asesinos ensimismados que quieren cerrar página, olvidándose de que aún quedan más de 300 familias, que están esperando saber quién señaló, quién disparó o quién colocó los explosivos que le quitaron la vida a sus padres, hermanos, hijos o familiares».
El Estado, debería de reconocer que tiene una deuda con ellos, con las víctimas, y que no contribuya en nada para que los autores de verdaderas masacres, queden impunes y en el olvido.
Y encima, tolera que algo que es inconcebible en cualquier mente por retorcida que parezca, como es que estos matones, sean recibidos en sus pueblos como héroes, tras su salida de prisión, con acompañamiento de incluso niños, que están siendo educados en el siniestro valor del crimen organizado.
Si no bastara con eso, el Gobierno de la Nación, formado por una coalición social-comunista que no se cansa de repetir a la menor oportunidad que tenga, lo progresista que es, no para de hacer cambalaches con las leyes para beneficiar a los terroristas.
Debería de explicar, qué clase de progreso hay en alcanzar el poder, con el apoyo de partidos separatistas e independentistas que reclaman privilegios nacidos de la tierra y del origen, contrarios a la igualdad de los españoles reconocida en nuestra Constitución.
También, cómo ha podido llegar tan lejos como es exhibir sus alianzas con los verdugos de hasta sus propios militantes, que aplaudían y celebraban los asesinatos y que han pasado de la capucha al escaño. Y ya el colmo es aceptar el apoyo a los presupuestos generales del Estado a cambio de presos. Además tiene en su agenda legislativa, incluida una reforma del Código Penal para reducir las condenas a los criminales de ETA.
Esta política, choca de manera frontal, con las conclusiones del informe de la delegación del Parlamento Europeo que visitó el País Vasco en noviembre de 2.021, en las que se califica a ETA como organización terrorista, que actuó con violencia extrema y cuyos crímenes podrían considerarse delitos de lesa humanidad.
«El documento, incluye también una de las principales peticiones de las víctimas: un cambio legal para que los terroristas colaboren en la resolución de los asesinatos sin juzgar y su vinculación con los beneficios penitenciarios, de manera que solo se otorguen a quienes ayuden a esclarecer dichos casos...»
Y que se persigan los recibimientos a ex-presos de glorificación pública porque solo producen dolor y suponen una humillación para los familiares de los asesinados. También pide al Gobierno español que, las investigaciones judiciales agoten las posibilidades que contempla el Derecho Penal para poder llegar así a los autores intelectuales y materiales de los atentados no resueltos.
Solamente con la verdad y la justicia, se podrá reparar a las víctimas de estos descerebrados que a través de su formación política, Bildu, sostienen al Gobierno social-comunista de Pedro Sánchez. Y para los que piensan que ETA desapareció en 2.011 y hay que ser generosos con las secuelas del terrorismo, recordarles que los criminales dejaron de matar pero ETA no ha muerto. Lo hará cuando colabore a resolver los centenares de atentados pendientes y repare a las víctimas. Cuando esto pase, entonces sí podremos decir que ETA desapareció de nuestras vidas.
Juan francisco Alcaraz
Fuentes:
Excelente hemeroteca de una realidad ATROZ.
Cómo olvidar esos años cuando ningún País nos apoyaba y Francia no reconocía el «terrorismo» que causaban tantas muertes, dándoles cobijo.
El inicio de una etapa en España en la que llamaban una Democracia incipiente y que tuvo que pagar con altísimas cifras de difuntos, hasta que despúes de un arduo trabajo, nos reconocieran.
Como bien califica en su artículo además : Más bien paz de error, de equivocación, de saber que estaban en un camino sin salida, en una espiral de violencia que no les llevaba a ninguna parte y lo que es peor, al rechazo de la mayor parte de la sociedad vasca, a la que decían defender sin que nadie se lo hubiera pedido.»
Cuántas familias vascas tuvieron que exiliarse y algunas aún permanecen fuera.
Convivencia sí, pero harto difícil. Cuando aún hay miembros que no han reconocido sus asesinatos.