En el siglo III, el Sacerdote cristiano Valentín administraba el matrimonio a soldados que el Imperio quería libres de ataduras para llevarlos a zonas de combate.
Por ello, en el año 269 Valentín fue lapidado y decapitado en Roma, mientras que en el año 494, el Papa declaró como Día de San Valentín cada 14 de febrero, día de su muerte.
Sin embargo, en 1969, la Iglesia retiró está festividad del calendario católico por existir dudas sobre el origen pagano de esta historia.
Finalmente, tras la II Guerra Mundial, la agenda consumista se impuso y San Valentín y el Día de los enamorados resurgieron con fuerza, para conmemorar con regalos y recuerdos la fiesta del amor, amistad y cariño.
FELIZ SAN VALENTÍN, SU PASADO Y SU FUTURO
Pero si existen dudas sobre este pasado, lo cierto es que la fertilidad, la familia, y el amor son valores que hay que defender si queremos tener un futuro. Las perspectivas del invierno demográfico, sin apenas niños en las familias de la cultura occidental, lo confirman.
Podrán existir diferentes circunstancias familiares, formas de amar y métodos reproductivos, pero el triángulo cristiano formado por la familia, el amor y la fertilidad, siempre serán preciados valores a defender, y por ello, San Valentín, nunca perderá protagonismo.
Quizás las personas y líderes políticos con intereses espurios, o los guiones de películas y series globalistas que niegan el amor o desprecian tener hijos, estén escritos por personas resentidas que no hayan podido disfrutar de ello.
El amor, la familia y los hijos son la mejor medicina contra la soledad o la desesperanza en esta vida, y ello no parte de San Valentín, sino que pervive desde los inicios de la humanidad.
Fuentes