Antonio Bosch parte de la observación de un cambio profundo en la forma de hacer política: lo que en otro tiempo eran líderes reflexivos y moderados, hoy quedan eclipsados por «la era del histrión», políticos histriónicos que triunfan con gestos escandalosos, provocación y un tono agresivo.
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La “dictadura de la atención”
Vivimos en un mundo saturado por el ruido mediático. En esa “dictadura de la atención”, para destacar y ganar visibilidad política ya no basta con razonamiento o discurso cívico: hace falta espectáculo, exageración y conflicto. -
Histrionismo como modo de acceso al poder
Según Bosch, la histrionía (comportamiento teatral, dramático, exagerado) se ha convertido en la vía dominante para llegar al poder. No es solo estilo: es estrategia. El político que actúa como actor consigue conectar con una audiencia que consume la política como entretenimiento o espectáculo. El blog de Antonio Bosch -
Gestión vs. estilo
Pero Bosch advierte que histrionismo no implica necesariamente incompetencia. Una vez en el poder, algunos políticos moderan su tono y actúan con pragmatismo. Pone como ejemplo a Giorgia Meloni en Italia, que pasó de discursos alarmistas a una gestión tranquila, sin romper “la baraja europea”. -
Riesgos y oportunidades
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Riesgo: que la política se convierta en un concurso de titulares, donde el mensaje real (las políticas públicas) quede subordinado al “ruido”.
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Oportunidad: este teatro puede ser una forma para poner temas verdaderamente urgentes sobre la mesa, movilizar a la ciudadanía o legitimar políticas con gran impacto, si se usa bien.
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Reflexión final
El autor invita a repensar cómo valoramos la política: no basta con criticar la teatralidad, sino que debemos preguntarnos cuándo el histrionismo obedece a estrategias sinceras y cuándo es solo una fachada vacía. La locura aparente puede servir para despertar, denunciar o construir, pero también para manipular.
La era del histrión: reflexiones sobre la locura política y la opinión pública
