Hoy invitamos a leer un ameno y certero artículo: «Dúctil pero hasta cierto punto», de Ángel Mazo, publicado en elcatalan.es. Reflexiona sobre el valor de la flexibilidad intelectual (o “ductilidad”) frente al riesgo de caer en la docilidad, que dejaría de ser virtud para convertirse en sumisión.
El autor plantea que ser flexible tiene sentido cuando sirve para evolucionar, escuchar, adaptarse, corregir errores. Pero cuando esa flexibilidad se vuelve manipulación o condicionamiento injustificado, “el alambre se parte”, como la metáfora que usa: un alambre dúctil puede deformarse y recuperarse, pero si se le fuerza repetidamente más allá de su límite, se rompe.
Se aplica esa metáfora al ámbito político y mediático:
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Algunas narrativas, noticias e ideologías tratan de inducir cambios de opinión forzados, o de relativizar valores esenciales (como el valor de la vida, el aborto, etc.).
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Por ejemplo, el autor cuestiona la justificación de presentar el aborto como derecho absoluto o como algo que merece una protección constitucional incondicional, mientras al mismo tiempo se usan imágenes conmovedoras sobre otros temas (como conflictos bélicos) para sensibilizar sin cuestionar otras posiciones.
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Concluye que la ductilidad es sana en una persona o sociedad, pero que debe tener límites: no todo debe ceder, no todo es negociable. Una sociedad también debe preservar ciertos principios esenciales frente a la presión política o mediática.
Dúctil pero hasta cierto punto
«La flexibilidad demuestra honradez intelectual y moral, pero el alambre se parte en dos en algún punto del camino entre la ductilidad y la docilidad, entre la honradez y la estupidez».
Fuentes
