Propiedad privada

Sin propiedad privada no hay civilización

Introducción: el fundamento de la civilización humana

El debate sobre la propiedad privada ha sido, y sigue siendo, una de las cuestiones más divisivas y fundamentales en la política, la economía y la sociología. Para sus detractores, se trata de una construcción histórica, un mecanismo de exclusión y un vehículo para la desigualdad. Sin embargo, para una tradición intelectual que se extiende desde la filosofía del derecho natural hasta la economía de la Escuela Austriaca, la propiedad privada es mucho más que un concepto legal: es una institución que tiene sus raíces en el comportamiento biológico, en la Ley Natural y en la naturaleza humana. Es la base indispensable para el cálculo económico, el pilar de la libertad individual y, en última instancia, de la civilización.

El objetivo de este artículo es examinar la tesis de que la propiedad privada, empezando por la auto-propiedad de uno mismo, es una precondición necesaria para el florecimiento humano, y no una simple consecuencia de éste. Para ello, se analizarán los argumentos de tres figuras centrales en esta tradición: John Locke, que estableció la justificación filosófica de la propiedad como un derecho natural; Ludwig von Mises, quien demostró su rol indispensable como mecanismo de coordinación económica; y Murray N. Rothbard, que ofreció una defensa radical del derecho de propiedad. Finalmente, se complementará este análisis teórico con la evidencia empírica del siglo XX y un examen de la propiedad en su contexto legal contemporáneo.

La raíz natural del derecho: la visión de John Locke

John Locke, en su Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil (1690), estableció la justificación más influyente del derecho a la propiedad. La piedra angular de su argumento es el concepto de la auto-propiedad: «cada hombre, empero, tiene una ‘propiedad’ en su misma ‘persona’. A ella nadie tiene derecho alguno, salvo él mismo.” El ‘trabajo’ de su cuerpo, la ‘obra’ de sus manos y, añadimos, también el fruto de su ‘ingenio’ podemos decir que son propiamente suyos. A partir de esta premisa, Locke sostiene que cuando un individuo «mezcla su trabajo» con algo que se encuentra en un estado común, no poseído, lo apropia y lo convierte en su propiedad privada.

Cedice Libertad on X: "Vida. Libertad. Propiedad privada. Son los derechos naturales según John Locke. ¿Opinas lo mismo? Haz RT. https://t.co/izXVJKPNRG" / XAhora bien, Locke basa su concepción de propiedad privada en la existencia de una naturaleza humana[1] inscrita en la Ley Natural. Cuando hablamos de fundamentación de derechos humanos en la naturaleza del hombre, de inmediato aparece la acusación de cometer falacia naturalista[2]. Nosotros la recusamos, al igual que Ricoeur, pidiendo directamente que los derechos humanos se basen en nuestra propia singularidad, en nuestra naturaleza humana[3].

Locke propuso este principio de «homesteading» (apropiación original) como el método legítimo por el cual un individuo puede adquirir propiedad sobre un recurso no poseído. En este sentido, un granjero que cultiva una tierra virgen le añade un valor que antes no tenía, y por el cual tiene un derecho legítimo a conservarla. La apropiación, sin embargo, no era un derecho absoluto en la teoría de Locke, ya que estaba limitada por lo que se conoce como la «cláusula de Locke» o Lockean proviso: un individuo solo puede apropiar un recurso siempre y cuando «haya suficiente, y de la misma calidad, para que los demás lo usen en común». Este concepto asegura que la apropiación individual no haga a otros peores.

A pesar de las críticas de que esta teoría favorece un tipo de labor sobre otra (como la agricultura sobre la caza y la recolección) y de que puede justificar la expropiación de tierras indígenas, la teoría de Locke sigue siendo fundamental. Al justificar la propiedad a partir de la acción individual y no de un decreto estatal, proporcionó un pilar para el liberalismo clásico y la idea de que los derechos de propiedad son derechos naturales que el Estado debe proteger, no conceder.

El motor de la prosperidad: el cálculo económico y la Escuela Austriaca

Considerado el primer libro de la Escuela Austríaca de economía, Menger escribe una revolucionaria obra con un enfoque subjetivista e individualista dando lugar al método que regiría a la línea de economistasLa Escuela Austriaca de Economía, fundada por Carl Menger en el siglo XIX, trasladó el debate sobre la propiedad del ámbito filosófico al de la lógica económica, destacando su rol indispensable para la prosperidad. Esta tradición, que aboga por los mercados libres y critica la planificación central, se centra en la acción humana (praxeología) y en el valor subjetivo.

El valor de un bien no es intrínseco o derivado de la cantidad de trabajo invertido, sino que es enteramente subjetivo y depende de la utilidad que un individuo le atribuye para satisfacer sus fines. La propiedad privada es el vehículo por el cual esta valoración subjetiva se traduce en acción económica, ya que un individuo valora un bien por lo que puede hacer con él, y la propiedad le otorga la libertad de usar, disfrutar y transferir ese bien según su valoración.

Ludwig von Mises y Friedrich Hayek llevaron este argumento a su máxima expresión en el «debate del cálculo económico». Ambos demostraron que, en un sistema socialista, donde no existe la propiedad privada de los medios de producción, es imposible que se forme un mercado para estos bienes. Sin un mercado, no hay precios que transmitan información sobre la escasez y la demanda, haciendo que la asignación racional de recursos sea humanamente imposible. En los diferentes tipos de sociedades socialistas, el daño al mercado suele ser proporcional a la profundidad de medidas socialistas que se hayan implementado en esa sociedad.

La información crucial para la coordinación económica (las preferencias de los consumidores, la escasez de las materias primas, la eficiencia de la tecnología) se encuentra dispersa entre millones de personas. El sistema de precios, que surge del libre intercambio de la propiedad privada, es el único mecanismo conocido capaz de sintetizar y transmitir esta vasta cantidad de conocimiento de manera espontánea.

Además, la propiedad privada es esencial para la teoría del capital de la Escuela Austriaca. Al proteger el retorno futuro de las inversiones, la propiedad privada fomenta la baja preferencia temporal, es decir, una visión a largo plazo, la cual es la base para el ahorro y la inversión productiva. Esto se traduce en la acumulación de capital, y el bajo tipo de interés derivado de prestarlo, lo que a su vez constituye el verdadero motor de la productividad y el progreso tecnológico a largo plazo. La protección de la propiedad intelectual, a través de patentes y derechos de autor, es una extensión de este principio que incentiva la innovación, aunque este punto es también objeto de discusión por la propia Escuela Austriaca.

La defensa radical de la propiedad: el principio de «homesteading» de Rothbard

Hoy celebramos el nacimiento de Murray Rothbard (99 años), un pionero del pensamiento libertario y defensor incansable de la libertad individual y el libre mercado. Su obra ha dejado una huella imborrableEl economista y filósofo Murray N. Rothbard (1926-1995), una figura central en el anarcocapitalismo moderno, llevó la teoría de la propiedad a su conclusión más radical. Adoptó el principio de «homesteading», afirmando, como Locke, que una persona adquiere legítimamente la propiedad de un recurso no poseído al «mezclar su trabajo» con él, o al comprarlo o intercambiarlo con quienes eran sus dueños anteriores.

Sin embargo, Rothbard se diferencia de Locke en un punto crucial: rechaza la cláusula de Locke (proviso). Para él, una vez que un individuo ha apropiado un recurso mediante su trabajo, se convierte en su legítimo propietario de manera «eterna». A partir de ese momento, la propiedad solo puede cambiar de manos a través de un intercambio voluntario o un regalo. Rothbard argumentó que la idea de que «haya suficiente, y de la misma calidad, para los demás» es «demasiado indefinida» para servir como un criterio válido de propiedad.

La postura de Rothbard se vuelve aún más radical en su crítica al Estado. Ve al Estado como «una gigantesca banda de criminales organizados» que vive del «robo llamado ‘impuestos’ al trabajo ajeno. Por lo tanto, cualquier propiedad en manos del Estado es propiedad robada y debería ser «liberada» y devuelta al sector privado. Este principio se extiende incluso a propiedades «privadas» que se obtuvieron a través de un cabildeo constante para obtener fondos estatales. Para Rothbard, defender la propiedad de una corporación que se ha enriquecido gracias al Estado sería como «respetar» la propiedad de un ladrón de caballos. Esta visión subraya que la legitimidad de la propiedad depende de su origen justo, no simplemente de su reconocimiento legal. El coste de vivir en sociedad no puede ser la anulación del individuo ni el robo total o parcial del fruto de su trabajo; ni siquiera si este robo se hace legalmente por parte de unos gobernantes que convierten algo malo, como es robar a sus congéneres, en ley.

El costo de la ausencia de propiedad: evidencia empírica de Corea

La historia del siglo XX ofrece contundentes experimentos naturales sobre el impacto de la propiedad privada: el caso de Alemania Oriental y Occidental o el de Corea del Norte y Corea del Sur. Analizaremos este último.

Tras la Guerra de Corea, un solo pueblo se dividió en dos Estados con sistemas económicos diametralmente opuestos. La división de la península se realizó después de la II Guerra Mundial, con la Unión Soviética administrando el norte y Estados Unidos el sur hasta 1948, cuando se establecieron formalmente la República Popular Democrática de Corea (del Norte) y la República de Corea (del Sur).

Corea del Norte adoptó un modelo de planificación centralizada y propiedad estatal, mientras que Corea del Sur optó por un sistema capitalista basado en la propiedad privada. La divergencia en sus respectivos desarrollos es una de las pruebas más claras de la tesis de que la propiedad privada es fundamental para la libertad y la prosperidad.

El contraste en las condiciones de vida es monumental: Corea del Sur, que era más pobre que su contraparte del norte sesenta años atrás, se ha transformado en una de las economías más avanzadas del mundo, con un PIB per cápita de 34,121 USD en 2023. Este «milagro económico» fue impulsado por la protección de la propiedad privada, que permitió el surgimiento de empresas de clase mundial como Hyundai y Samsung.

Una turista entra en Corea del Norte y se sorprende con esta imagen de la vida cotidiana allí: “Está estrictamente prohibido” - AS.comPor el contrario, la abolición de la propiedad privada y el estatismo en Corea del Norte ha llevado al fracaso económico, la malnutrición crónica y la ausencia de libertad. El Estado de planificación sobre la vida y la propiedad de su gente, ha destruido los incentivos para la producción y la innovación, lo que ha llevado a una dependencia del trabajo forzoso para sostener una economía improductiva.

La siguiente tabla resume las diferencias:

Indicador Económico Corea del Sur Corea del Norte (estimación)
PIB per cápita (2023)  34,121 USD  1,300 USD
Evolución histórica Un PIB per cápita de 1,027 USD en 1960 que escaló a 34,121 USD en 2023. Un PIB per cápita superior al de Corea del Sur en 1960, hoy en la miseria.
Sistema económico Economía impulsada por empresas privadas (Hyundai, Samsung), con elementos de liberalismo y Estado de bienestar. Economía autárquica de planificación central. Casi total ausencia de empresas privadas (el 99,9% son públicas).
Libertad y derechos Libertad económica y de inversión.
Existe desigualdad y pobreza de ancianos.
Ausencia de mercados financieros y de transferencias internacionales. Trabajo forzoso institucionalizado.
Condiciones de vida Prosperidad generalizada y alta calidad de vida, con acceso a servicios básicos y tecnología. Malnutrición crónica y falta de atención médica adecuada. La «igualdad» se manifiesta como miseria generalizada.

Límites y desafíos: la propiedad en el contexto legal contemporáneo

La propiedad privada, aunque defendida como un derecho fundamental, está sujeta a limitaciones y debates en el marco legal moderno. Jurídicamente, la propiedad otorga al propietario las facultades de poseer, usar, disfrutar y controlar un bien. Sin embargo, el derecho no es absoluto y el Estado puede imponer restricciones, como la expropiación por utilidad pública, regulaciones, impuestos y la llamada «función social» de la propiedad.

Desde la perspectiva de la Escuela Austriaca, las regulaciones excesivas y la carga impositiva son una forma de coerción que amenaza la seguridad de la propiedad, que extrae la propiedad a quienes la generan y que desalienta la inversión, erosionando así los mismos incentivos que la propiedad privada genera.

El problema se agrava cuando el Estado no protege adecuadamente la propiedad privada, o la amenaza con expropiaciones apelando a su “función social”, o corrompe los mecanismos de mérito en la adjudicaciones públicas, lo que fomenta un entorno de desaliento y corrupción.

cubierta_INFORME_corrupcion_webPor ejemplo, según un informe de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) «Los costes económicos del déficit de calidad institucional y la corrupción en España»  de 2018, añadiría al menos 10.000 millones de euros anuales a la riqueza nacional (o permitiría bajar los impuestos en esa misma cantidad, extrayendo menos a los ciudadanos). Otras estimaciones del Parlamento Europeo indican que la corrupción cuesta a la Unión Europea entre 179.000 y 990.000 millones de euros al año. La falta de un marco institucional sólido y de transparencia se convierte en un freno para el trabajo, el ahorro, la inversión a largo plazo y la creación de riqueza.

Las críticas a la propiedad privada también provienen de otras corrientes, que la ven como una «construcción histórica» que permite a unos pocos «acaparar» recursos que son de todos. Sin embargo, esta visión ignora que la propiedad, al igual que el dinero o el lenguaje, es parte de un «orden espontáneo» que evolucionó de la acción individual como la forma más eficiente y pacífica de gestionar la escasez. También olvidan que el ser humano es un ser creador y que la propiedad y la riqueza se crean y no son de suma cero. El hecho de que una persona genere muchas ideas y algunas las realice, no implica que sea a costa de otro.

Conclusiones

La propiedad privada es un pilar fundamental sobre el que se erige la prosperidad, la cooperación humana y, en última instancia, la civilización misma.

Defendemos que la propiedad privada es la institución humana fundamental. La propiedad privada, empezando por la auto-propiedad de uno mismo, es una precondición necesaria para el florecimiento humano. En este artículo, sí consideramos que existen leyes naturales y una naturaleza del ser humano reconocible.

John Locke estableció su fundamento moral como un derecho natural derivado del trabajo; Ludwig von Mises y la Escuela Austriaca demostraron que es el único mecanismo viable para el cálculo económico y la asignación racional de recursos en una sociedad compleja. Por último, Murray N. Rothbard defiende la propiedad privada de manera radical, libre de la coerción estatal, reforzando la conexión entre la propiedad, la libertad y la justicia.

La lección de las dos Coreas es incontestable: la falta de propiedad privada no conduce a una sociedad más igualitaria, sino a la miseria y el estancamiento. La propiedad privada es la condición sine qua non para que el trabajo, el ingenio y la inversión se traduzcan en progreso, para que el ahorro se convierta en capital y para que los individuos puedan cooperar de manera pacífica y voluntaria. Sin la capacidad de poseer los frutos del propio trabajo, de planificar el futuro y de participar en un mercado libre, se destruye el motor para la prosperidad y el freno a la arbitrariedad, por lo que deja de existir una base para una sociedad civilizada que pueda prosperar.

Referencias

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  • Locke, J. (1983) Ensayo sobre el gobierno civil. Barcelona: Ediciones Orbis S.A.
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  • Rothbard, M. (2020). La ética de la libertad. Madrid: Unión Editorial S.A.
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  • Yolanda Díaz y los «60.000 millones de la corrupción del PP». Newtral.es.  YouTube. (2024).

[1] Hablar de naturaleza humana genera rechazo por considerarla dentro de un debate teleológico al que presumiblemente debemos renunciar si queremos hablar científicamente. Sin embargo, hemos de reconocer que nos parecemos más entre humanos de lo que nos parecemos a un repollo o a un chimpancé, con el que compartimos casi el 99% de los genes, y es en ese sentido en el que consideramos una estructura ontológica específicamente humana, inscrita en la Ley Natural.

[2]  La principal objeción contra el iusnaturalismo y la ley natural es la acusación de falacia naturalista que, desde Hume, Moore y hasta la actualidad, sostiene que fundamentar los derechos humanos en una naturaleza humana, y ésta a su vez en la Ley Natural, es realizar el paso indebido del ser al deber ser. Sin embargo, Paul Ricoeur, a través de la hermenéutica, recusa esta acusación de falacia naturalista y permite pasar del ser al deber ser, solicitando que los derechos humanos tengan como base la naturaleza humana. Con ello se entienden los derechos humanos como derechos naturales subjetivos, al igual que los entiende la Escuela de Salamanca, hoy considerada posible precursora de la Escuela Austriaca de Economía, a la que pertenecen tanto Mises como Rothbard, citados en este estudio.

[3] “Así, pues, la ley natural es la que surge de la misma naturaleza humana. Desde los griegos, principalmente en Aristóteles, pasando por los medievales, singularmente Santo Tomás, hasta la actualidad, la ley natural consiste en obedecer, desde el derecho, la misma estructura ontológica de la realidad, la naturaleza (…) Cuando se dice que los derechos humanos surgen de las necesidades humanas, caemos en lo mismo, pues las necesidades humanas se basan en la naturaleza humana. Y cuando se dice, más kantianamente, que el fundamento de los derechos humanos es la dignidad humana ―y esta fundamentación kantiana de tales derechos es hoy por hoy la más aceptada― volvemos a lo mismo: la dignidad humana se basa en la naturaleza humana, está arraigada en ella.” (Beuchot: 2011).

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