La idea no es nueva: cuando un Estado quiere más control, lo suele pedir en nombre de tu seguridad. Y, la mayoría de las veces, lo consigue. Esta vez el escenario es digital. El nuevo intento se llama “Chat Control”, un plan europeo que resumido en bruto busca que las plataformas de mensajería escaneen todo lo que escribes antes de que llegue siquiera a cifrarse.
La justificación oficial es impecable: proteger a los menores del abuso sexual online. La forma de hacerlo… no tanto. El sistema implica que apps como WhatsApp, Telegram o Signal analicen tus mensajes antes de enviarlos. No después. No si hay denuncia. Antes. Porque sí.
¿Y entonces? ¿Dónde queda tu derecho a la intimidad? ¿Y quién garantiza que esa puerta no se use para otros fines? Si llevas años confiando en el cifrado de extremo a extremo, esto te interesa. Porque lo están desmantelando. Y sin preguntarte.
El llamado Chat Control no es un proyecto técnico. Es una decisión política con implicaciones técnicas brutales. Básicamente, convierte tu móvil en un policía silencioso. Todo lo que escribas o envíes se escaneará antes de salir del dispositivo. Buscando material ilegal, sí. Pero también dejando claro que todos somos sospechosos por defecto.
La técnica se llama escaneo del lado del cliente. En teoría, solo busca contenido específico. En la práctica, abre la puerta a revisar toda tu comunicación. Porque no hay forma de filtrar sin mirar. El cifrado sigue ahí, dicen, pero si alguien lee antes de cifrar… ¿de verdad sigue habiendo privacidad?
Hace meses, varios países se oponían firmemente. Francia, por ejemplo. Pero algo ha cambiado. Hoy, 19 de los 27 estados miembros de la UE ya apoyan el plan. Incluida España. Alemania, que aún duda, es la pieza clave. Si dice sí, la medida se aprueba. Y con ella, todo un marco de vigilancia preventiva.
No ha habido un debate público serio. No ha salido en los telediarios ni se ha explicado en voz alta. Es una de esas decisiones que avanzan en silencio, camufladas de buenas intenciones y escritas en jerga burocrática. Hasta que ya es tarde.
A nadie le cabe duda: el material de abuso infantil es repugnante y debe erradicarse. Pero usar eso como excusa para escanear todas las comunicaciones privadas es una trampa emocional. Porque si criticas el método, parece que defiendes lo indefendible.
Y eso es lo perverso. No se debate si el objetivo es legítimo (lo es). Se discute si el camino que proponen justifica el coste. Porque cuando un sistema puede mirar dentro de cualquier mensaje, no lo hace con bisturí. Lo hace con machete.
Proveedores de mensajería, expertos en seguridad, defensores de derechos digitales… todos han levantado la mano. No solo por la privacidad, también por la seguridad. Un sistema que puede escanear lo que escribes antes de cifrarlo, también puede ser usado por quien no debería. Y si existe una puerta, alguien la forzará.
Una vez activado, este mecanismo no se podrá “limitar” fácilmente. La historia lo ha demostrado: la tecnología diseñada para un fin noble acaba en manos no tan nobles. ¿De verdad creemos que esto solo se usará para lo que dice el papel?
El Chat Control no es el único frente. Existe otro plan, llamado ProtectEU, que quiere que para 2030 los Estados puedan romper el cifrado “legalmente”. Así, sin más. Que tengan herramientas para acceder a cualquier mensaje, cualquier archivo, cualquier conversación cifrada.
Y eso no es “seguridad”. Es resignación. Resignarse a que el cifrado ya no será garantía de nada. Que en el futuro, tu intimidad dependerá de si el gobierno de turno lo considera oportuno.
Este debate lleva años manipulándose. Nos han hecho creer que hay que elegir: o estás a salvo o estás ocultando algo. Y no. Se puede estar seguro sin convertirnos en vigilados permanentes.
La privacidad no es un lujo. Es lo que nos protege cuando cambia el poder. Es la diferencia entre confiar y temer. Entre hablar libremente o autocensurarse. Si empezamos a aceptar escaneos preventivos, lo próximo será preguntar por qué hablamos en clave, por qué usamos VPN o por qué nos importa que nos lean.
Esto va de límites. De no cruzar esa línea donde el Estado, con la excusa de proteger, se convierte en el que invade. Va de entender que hay formas de proteger sin destruir. Y que no se puede legislar con miedo. Ni con trampas.
La pregunta no es si el Chat Control puede ser útil. La pregunta es: ¿estamos dispuestos a perder el derecho a nuestra privacidad… para siempre?
Y no sólo se atenta contra la privacidad. ¿Estamos dispuestos a que llegado el caso de Gobiernos corruptos o anti democráticos (Venezuela, Cuba, Nicaragua, Corea del Norte, Rusia, o quizás en España) bloqueen informativamente a sus ciudadanos una vez dominadas las Instituciones?
Fuentes consultadas:
- Cointelegraph España
- The Guardian
- TechRadar
- Digital Watch Observatory
- Declaraciones públicas de empresas como Signal y Proton
- Documentación oficial de la Comisión Europea sobre el Reglamento CSAM y ProtectEU
- i28