Respuesta crítica al artículo de «El País»: «Última hora del conflicto en Oriente Próximo«, y a la postura de Pedro Sánchez:
La intervención de Pedro Sánchez, tal como se recoge en «el país»
No es solo una declaración institucional: es una toma de partido que desdibuja la frontera entre la legítima crítica y la peligrosa simplificación. Al calificar la respuesta de Israel como “exterminio” y “genocidio”, el Presidente español ignora deliberadamente el contexto que dio origen a esta guerra: el ataque masivo de Hamás en octubre de 2023, que dejó 1.200 muertos israelíes en una jornada de terror sin precedentes.
Sánchez anuncia un embargo de armas y nueve medidas contra Israel, mientras Hamás —una organización reconocida como terrorista por la UE— se presenta en el artículo como un interlocutor “listo para negociar”.
¿Desde cuándo se otorga legitimidad diplomática a quienes secuestran civiles y los usan como escudos humanos?
Además, el artículo omite un dato esencial: Israel ha advertido que Gaza será destruida si Hamás no libera a los rehenes y depone las armas.
¿No es eso una exigencia legítima de cualquier Estado que busca proteger a sus ciudadanos?
La narrativa que promueve Sánchez —y que El País reproduce sin matices— convierte al agresor en víctima y al defensor en verdugo. Es una inversión moral que no solo desinforma, sino que pone en peligro la credibilidad internacional de España. En lugar de liderar con equilibrio, el Presidente se alinea con una visión sesgada que ignora el derecho de Israel a defenderse frente a un actor que ha jurado su destrucción.
Este tipo de posicionamiento no es Diplomacia: es oportunismo ideológico.
Y en tiempos de guerra, el oportunismo puede costar vidas.