Nada menos que en 1891, el Papa León XIII escribió algo inesperado: una encíclica que no hablaba de teología ni de dogmas. Su mensaje era sobre lo que más nos toca en el día a día: el trabajo, la justicia social, la pobreza y los derechos laborales.
Rerum Novarum no sólo fue una reflexión, sino un llamado a la acción en un momento en el que Europa vivía la Revolución Industrial y la brecha entre ricos y pobres parecía abrirse cada vez más a la desigualdad. Más de un siglo después, el Papa León XIV ha dejado claro algo importante: su pontificado tomará la misma dirección.
En sus primeros discursos, se ha apoyado explícitamente en Rerum Novarum para abordar los grandes desafíos que seguimos enfrentando hoy: la precariedad laboral, la desigualdad económica y la necesidad de un sistema más humano, más justo.
Una encíclica adelantada a su tiempo
Rerum Novarum fue un texto que cambió el panorama social. León XIII no solo habló de lo que estaba mal, sino que trazó un camino hacia lo que debería ser más justo. En un momento en que la explotación laboral era la norma, defendió lo más básico: el derecho a un salario digno, a un trabajo decente y a la propiedad privada sí, pero siempre con responsabilidad social.
A lo largo de los años, lo que parecía una propuesta radical se ha convertido en algo esencial. Incluso defendió algo que en su época fue muy controvertido: el derecho de los trabajadores a organizarse, a unirse en sindicatos para exigir sus derechos. Porque, para León XIII, el trabajo no era solo un medio para ganar dinero, sino una expresión de la dignidad humana. Y esa dignidad debía ser protegida por todos.
León XIV: una mirada al pasado para actuar en el presente
Que el Papa León XIV haya elegido este nombre no es casualidad. No es solo un gesto simbólico, es un compromiso profundo con las enseñanzas de su antecesor. En un mundo donde la explotación sigue existiendo en nuevas formas, trabajo precario, sueldos bajos, falta de derechos, explotación infantil, trata de blanca e incluso esclavitud , León XIV está pidiendo que volvamos a lo esencial, a esa justicia social que nos recuerda que ningún trabajador debe ser olvidado. Lo dijo claramente: “Hoy, como ayer, la Iglesia debe estar del lado del obrero, del excluido, del que sufre por un sistema que lo usa y lo desecha”. Esas palabras no son solo una referencia al pasado, son una llamada urgente al presente.
Un mensaje todavía urgente
Lo que escribió León XIII en Rerum Novarum no ha perdido ni un ápice de relevancia. Al contrario, parece que cuanto más avanza el tiempo, más necesario se vuelve. Hoy seguimos viendo cómo la desigualdad se ensancha, cómo muchas personas trabajan más horas por menos dinero y cómo el sistema sigue favoreciendo a los poderosos. La precariedad es una realidad diaria para millones, y la Iglesia, como lo indicó León XIII, no puede cerrar los ojos ante esta injusticia. Hoy, con León XIV en el pontificado, existe una oportunidad real de renovar la Doctrina Social de la Iglesia. Si el Papa sigue tomando la bandera de justicia social que ya levantó León XIII, sin caer en la demagogia socialista o comunista, podríamos estar ante algo mucho más que una reflexión del pasado. Estaríamos ante un compromiso renovado con los principios más fundamentales de la dignidad humana y la equidad. León XIV tiene una oportunidad única de poner a la Iglesia nuevamente en el centro de los debates sobre justicia social, economía y derechos humanos. No solo siguiendo una tradición, sino actualizándola para los desafíos actuales. Porque, al final, la lucha por un mundo más justo nunca ha dejado de ser necesaria, y la Iglesia ha de asumir su papel de liderazgo en lo material, tan importante como en lo espiritual.
Fuentes