Siempre husmeando entre los muertos y las desgracias, buscando algún rédito o beneficio, como buitre al acecho…, «carroñeros».
Hay un espejo donde mirar: “El atentado de los trenes”, que facilitó ganar unas elecciones que no estaban previstas. Fue debidamente utilizada y aprovechada la ocasión. Todo ello dentro de la enigmática, rápida y fulminante destrucción de los vagones, que eran prueba de cargo, junto al desconocimiento público de quien ordenó tal destrucción.
Carroñeros de macabro oportunismo
Dentro de ese esquema funerario, se enmarca lo que se ha dado en llamar “Memoria histórica o democrática”, desde la que se hace un doble uso de las víctimas de la inmensa desgracia que supuso para todos la Guerra Civil. Por un lado ignoran a las víctimas que causaron sus antepasados ideológicos, hasta casi negar que existieran y, por otro lado, exhiben como trofeo político a las víctimas que consideran suyas, olvidando que todas las víctimas son nuestras víctimas, las de un lado y las de otro, pero los carroñeros no sienten misericordia por nadie, porque sólo ven en los muertos y las desgracias una oportunidad para sacar provecho propio.
Igual ha ocurrido con las víctimas causadas por el terrorismo y con los saharauis. Se han usado como propaganda hasta que cayeron en desgracia, en un caso para contentar a los bilduenses y en otro para contentar a Marruecos.
La táctica es persistente en el tiempo: erigirse en defensa de cualquier desgracia o problema social para, en el momento oportuno, pasar factura utilizándolo como baza ideológica y como propaganda en pos de poder.
Así ha ocurrido con las víctimas del covid, erupciones volcánicas, DANAS o incendios, con el marchamo de eludir responsabilidades y exigirles a los demás.
Toda la vida llamándose adalides de las mujeres que luchan contra el maltrato, violación o asesinato. Toda la vida usándolas como propaganda ideológica, pero la realidad ha dejado al descubierto que todo ese mercadeo es interesado y la careta se ha desprendido.
Lo demuestran:
- La ley del “Sí es sí”.
- Compra de defectuosas pulseras antimaltrato.
- Comportamiento vejatorio, hacia las mujeres, de personas con altos cargos políticos y la malversación de dinero público y enchufes para pagar sus favores.
- El aterrador silencio ante agresiones sexuales, incluyendo menores, mutismo total ante mujeres y colectivos sexuales no aceptados en determinados países, nada que decir a la orden de no rescatar a las mujeres víctimas de recientes terremotos, hermetismo ante las agresiones en diversos países, en los que se persiguen a infieles, periodistas, opositores, disidentes, pensadores, etc., etc.
Es recurrente, en algunos colectivos, mostrar comportamientos excesivamente violentos cuando se manifiestan para denunciar la violencia. Manifestarse para protestar ante hechos bárbaros y nefastos no es el problema, el problema es: utilizar la manifestación para ejercer e imponer la violencia indiscriminada a la ciudadanía.
Pregonar la solidaridad, la ayuda a la dependencia, personas vulnerables, y tal y tal, para desatender y dilatar las ayudas a quienes están afectadas de ELA, unas ayudas pedidas y aprobadas en sesión del Congreso, es cínico e indecente. Lo define la despectiva frase: “Si quieren ayuda, que la pidan”.
No es elegante hablar de limpieza y transparencia, teniendo un nutrido número de altos cargos investigados o condenados por corrupción y malversación, o indultar a golpistas, violentos alborotadores contra las instituciones, comportamientos inconstitucionales y antidemocráticos y, como guinda del pastel, rendir pleitesía a un prófugo y a cada uno de los socios y allegados que retienen el poder a costa de lo que sea.
Resulta sorprendente que alguien pretenda, con estos méritos u otros similares, aspirar «al Premio Nobel de la Paz”. Sabemos que, en el mundo que vivimos, hay desvergüenza para eso y para más.
No a la candidatura de Pedro Sánchez al Premio Nobel de la Paz
Iniciativa 2028 de la Sociedad Civil se opone a candidatura Sánchez al Nobel de la Paz
Campaña: No a la candidatura de Sánchez para el Premio Nobel de la Paz, «Es inaceptable»
Fuentes