10 de Mayo Plaza de Colón Madrid
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¿Por qué los jóvenes no están presentes en masa en concentraciones contra el autoritarismo?
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Control narrativo y resignificación del lenguaje
Los regímenes autoritarios modernos no necesitan tanques en las calles: controlan los relatos. En España, el lenguaje ha sido colonizado desde hace años. «Democracia», «derechos», «diversidad», «memoria histórica» o incluso «constitución» se usan como escudos para ocultar procesos de poder que los niegan en la práctica. Muchos jóvenes han crecido dentro de ese marco, sin conocer uno diferente.
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Educación emocionalmente dirigida, no intelectualmente crítica
El sistema educativo en España, desde la LOGSE hasta la LOMLOE, ha priorizado el «sentir» sobre el «pensar». Esto crea generaciones menos dispuestas a la confrontación cívica racional, más vulnerables al adoctrinamiento emocional, y con menos herramientas históricas para detectar una deriva autoritaria.
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Cultura del confort y del miedo al aislamiento
En regímenes que todavía permiten un mínimo de libertad material, muchos jóvenes prefieren el confort, el entretenimiento y la conexión digital, antes que enfrentarse al riesgo de ser señalados. En España, ir contra el relato oficial implica exponerse socialmente, especialmente en redes y universidades.
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Cooptación del activismo juvenil
Movimientos como el feminismo de tercera ola, el ecologismo extremo o el antifascismo simbólico han sido instrumentalizados por el poder. Jóvenes idealistas han sido absorbidos por causas controladas desde arriba, alejándolos del verdadero disenso.
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Ausencia de referentes épicos
A diferencia de generaciones anteriores (como los jóvenes de Praga en 1968, o de Berlín Este en 1989), los jóvenes españoles no tienen hoy un relato de resistencia épica frente al poder. No hay mitos cívicos que les inviten a «hacer historia». Lo que ven es cinismo, corrupción institucional y un sistema sin héroes visibles.
¿Qué se puede hacer?
- Regenerar el relato de la verdad: Hace falta reconstruir una narrativa fuerte de libertad, justicia y responsabilidad, que conecte con los jóvenes en su lenguaje, pero sin concesiones a la superficialidad.
- Identificar y promover referentes juveniles valientes: No hace falta que sean muchos. Basta con unos pocos visibles, coherentes y decididos, para encender la chispa en otros.
- Educación paralela: Familias, asociaciones cívicas y círculos de pensamiento deben suplir la educación estatal con formación en historia real, pensamiento crítico y valores éticos sólidos.
- Hacer visible el costo de la sumisión: Mientras el autoritarismo se presente como cómodo, muchos lo tolerarán. Hay que mostrar las consecuencias: pérdida de empleo por pensar distinto, censura, ruina económica, dependencia estatal, pérdida de libertad.
En resumen: la ausencia de jóvenes no implica cobardía individual, sino resultado de décadas de ingeniería cultural, emocional e institucional. Pero la historia enseña que incluso en sociedades muy adormecidas, a veces bastan unos pocos actos de valor para despertar a muchos.
Fuentes