El caso ERE no fue un desliz contable ni un simple error administrativo. Fue un sistema planificado para repartir millones de euros públicos de forma opaca y clientelar durante años. Hoy, mientras el Tribunal Constitucional, presidido por Cándido Conde-Pumpido, se prepara para revisar las condenas, muchos se preguntan si esta maniobra no es más que un intento de borrar el mayor escándalo de corrupción del PSOE andaluz. No es casualidad que esta revisión llegue en plena etapa de Pedro Sánchez, que ha colocado a sus perfiles de confianza en las más altas instituciones. No es casualidad tampoco que las voces críticas adviertan de una operación de blanqueo institucional. Conviene recordar, con nombres y hechos, lo que está en juego.
Un fondo público convertido en herramienta de Poder del PSOE
Entre 2000 y 2009, la Junta de Andalucía gobernada por los socialistas destinó más de 680 millones de euros a un fondo supuestamente pensado para salvar empresas y proteger trabajadores. En la práctica, el llamado ‘fondo de reptiles’ sirvió para colocar a intrusos, beneficiar a afines políticos y consolidar redes clientelares que garantizaron la hegemonía del PSOE andaluz durante décadas. La Audiencia de Sevilla y el Tribunal Supremo dejaron claro que hubo malversación y prevaricación. Ahora, con el Constitucional en manos de un exfiscal general socialista como Conde-Pumpido, todo puede reescribirse.
Las más de 20 irregularidades probadas en el caso ERE
- Prejubilaciones fraudulentas para personas que nunca habían trabajado en las empresas, los famosos ‘intrusos’. (El País)
- Pagos de prejubilaciones superiores a lo debido para beneficiarios reales, inflando las cifras sin control. (ABC)
- Subvenciones a empresas inexistentes o sin ERE formalizado, dilapidando 73,8 millones de euros. (RTVE)
- Comisiones desorbitadas a consultoras, bufetes, aseguradoras y sindicatos, llegando a 68 millones de euros. (El Mundo)
- Uso de dinero público para gastos administrativos y publicidad sin relación con los fines sociales. (ABC)
- Descontrol absoluto en la concesión de ayudas, sin criterios claros ni documentación justificativa. (El País)
- Ausencia de convocatorias públicas o procesos competitivos para elegir beneficiarios. (RTVE)
- Saltarse la intervención y fiscalización previa de los fondos públicos de manera deliberada. (ABC)
- Modificaciones presupuestarias irregulares usando la partida ’31L’ sin control parlamentario. (El Mundo)
- No reclamación del dinero malgastado pese al daño millonario al erario público. (RTVE)
- Falsedad documental en pólizas de seguros y expedientes manipulados para tapar las irregularidades. (El País)
- Sobornos y reparto de incentivos ilícitos a altos cargos y gestores implicados. (El Mundo)
- Expedientes gestionados de forma discrecional, favoreciendo a beneficiarios afines políticamente. (ABC)
- Vulneración flagrante del derecho administrativo y los principios de transparencia. (RTVE)
- Intrusismo sindical con gestión opaca de ayudas por parte de UGT y CCOO. (El Mundo)
- Ocultación de documentos clave, como los expedientes de la Agencia IDEA que desaparecieron. (El País)
- Convenios firmados sin informes jurídicos ni control contable o interventor. (ABC)
- Reparto político del dinero público como herramienta electoral y de clientelismo puro. (RTVE)
- Bloqueo de comisiones de investigación en el Parlamento andaluz mientras se mantenía la trama. (El Mundo)
- Uso ilícito de un sistema aprobado formalmente para fines ajenos a los previstos, el argumento estrella de la defensa. (El País)
- Instrucción prolongada con hallazgo de más expedientes fraudulentos en piezas como Mercasevilla. (Wikipedia)
- Responsabilidad directa de la Intervención General denunciando 2,6 millones gastados ilegalmente. (El País)
- Ocultación deliberada de documentación en cajas fuertes de IDEA durante años de investigación. (eldiario.es)
- Sistema opaco que eliminó todo control con la excusa de la rapidez, según la Fiscalía. (RTVE)
- Más de 134 causas abiertas aún tras el dictamen del TC, mostrando la magnitud de la red. (El País)
El Constitucional en el punto de mira
El Tribunal Constitucional, presidido por Conde-Pumpido, un magistrado con pasado político vinculado al PSOE, es ahora el órgano que puede cambiar el destino de este caso histórico. Para muchos, no es casualidad que bajo el mandato de Pedro Sánchez se impulse la revisión de unas condenas que afectan de lleno al núcleo duro del socialismo andaluz. La sensación de maniobra política planea sobre el proceso: blanquear el mayor escándalo de corrupción autonómica para reescribir la historia y limpiar el expediente del partido. No es solo un debate jurídico; es un pulso institucional que pone a prueba la independencia del TC. Si finalmente se anulan las condenas, se enviará un mensaje demoledor: que la corrupción de guante blanco tiene salvoconducto siempre que se tenga el poder suficiente para mover los hilos. Y ese poder hoy lo concentra el PSOE en Moncloa.
Lo que está en juego para España
Este no es solo un asunto de Andalucía. Si el Constitucional borra de un plumazo las condenas, abrirá la puerta a reinterpretar otros casos de corrupción con argumentos de forma. La confianza en la justicia se erosionará aún más y el ciudadano entenderá que, mientras a unos se les exige hasta el último céntimo, otros pueden desviar millones y salir indemnes. Es un espejo incómodo para toda España y un aviso de que las instituciones no siempre actúan al servicio del pueblo, sino del partido que las controla.
Editorial: Una democracia a prueba
Aquí no hay medias tintas. Si el Tribunal Constitucional se convierte en la coartada perfecta para revisar y suavizar las condenas del caso ERE, estaremos ante algo mucho más grave que un fallo técnico. Será la constatación de que, cuando el poder político captura las instituciones, la justicia deja de ser justicia y pasa a ser un instrumento del partido que manda. Pedro Sánchez ha colocado a perfiles afines en las más altas instancias, y Conde-Pumpido es el ejemplo más claro. Que nadie se engañe: no se trata de reparar una supuesta injusticia judicial, sino de salvar la imagen de un PSOE marcado por el mayor escándalo de corrupción autonómica de España.
Si el Constitucional borra las condenas, se habrá cruzado una línea peligrosa. Porque a partir de ese momento, quedará claro que la corrupción de guante blanco tiene salida, que el poder político puede reescribir la historia y que los ciudadanos no son más que testigos impotentes de cómo las instituciones se pliegan a intereses partidistas. ¿De verdad alguien cree que esto fortalece la democracia? No. La debilita. Y deja un mensaje demoledor: si tienes los contactos adecuados, puedes robar sin consecuencias. El caso ERE no solo juzga el pasado; es un espejo que muestra el presente.
Fuentes:
El País, ABC, RTVE, El Mundo, Wikipedia, eldiario.es.