El artículo: “La importancia de la educación: una profesora jubilada cacereña”, recoge las reflexiones de una profesora jubilada de Cáceres que dedica sus palabras a resaltar la importancia de la educación desde una perspectiva humana, cercana y experiencial.
A través de recuerdos de su carrera docente, la autora subraya que la formación escolar no se limita a enseñar contenidos académicos, sino que es un espacio fundamental para el desarrollo integral de las personas, donde confluyen valores, vínculos, oportunidades y apoyo emocional.
La profesora relata cómo, durante años, vio en el instituto un refugio para muchos alumnos, no solo un lugar para adquirir conocimientos, sino también un espacio seguro donde algunos estudiantes encontraron contención, comprensión y motivación para seguir adelante. Relata ejemplos personales, como el caso de antiguas alumnas que hoy tienen profesiones valiosas —una de ellas periodista— y que recuerdan con cariño el impacto positivo de esa etapa educativa.
Para la autora, estos testimonios muestran que la educación puede transformar vidas y no se puede medir únicamente por resultados en exámenes o estadísticas: su valor real está en cómo ayuda a las personas a crecer, a creer en sí mismas y a construir su futuro. Esta mirada pone de manifiesto que, más allá del currículo, los docentes desempeñan un papel esencial como guías, mentores y figuras de apoyo en momentos claves de la juventud.
Además, el texto invita a la comunidad a reconocer y agradecer la labor docente, especialmente en contextos rurales o con menos recursos, donde la educación puede ser determinante para generar oportunidades. También subraya la necesidad de que las políticas educativas y la sociedad valoren y acompañen mejor al profesorado, no solo durante su ejercicio profesional sino también en su legado una vez jubilado.
El artículo es un homenaje a la enseñanza y al impacto duradero de los docentes en la vida de sus alumnos, recordando que la educación es un motor de cambio social y personal.
La importancia de la educación: una profesora jubilada cacereña destaca el refugio que encontró una alumna en el instituto
«Educar (Gabriel Celaya): Educar es lo mismo que poner motor a una barca (…) Para eso, uno tiene que llevar en el alma un poco de marino… un poco de pirata… un poco de poeta… y un kilo y medio de paciencia concentrada. Pero es consolador soñar mientras uno trabaja, que ese barco, ese niño irá muy lejos por el agua (…)».,,
