Madrid, en directo con Isabel Díaz Ayuso. Vuelve al ruedo mediático y, como casi siempre, la sala se tensa un poco antes de que hable. No hay presentaciones tibias, ni frases de manual; va directa, como quien tiene prisa porque sabe que el tiempo en política es cada vez más corto.
Esta mañana, soltó la bomba sin paños calientes:
“El problema empieza cuando no hay un control en fronteras, cosa que no pasa en casi ningún País. Cuando no hay esa seguridad, cuando hay un descontrol absoluto, provocado por un Gobierno que lo único que está haciendo es reventar los servicios públicos y dinamita la convivencia.”
No era la primera vez que escuchaba esa frase, o una parecida, en boca de la Presidenta Isabel Díaz Ayuso, pero hoy el eco sonó distinto, quizá porque la entrevista dejó menos espacio para los matices y más para la crispación.
De fondo, en el plató, una especie de silencio incómodo. El presentador, acostumbrado ya a estas sacudidas, apenas parpadea. Aquí no hay tiempo para contemplaciones.
Isabel Díaz Ayuso tiene ese don, o ese peligro, de meter el dedo en el ojo justo donde más duele.
Esta vez, el foco no estaba tanto en la inmigración como en el propio concepto de desgobierno, una palabra que, por cierto, no se escucha demasiado en los debates oficiales, pero que resuena cada vez más en la calle. “Es imposible poder atender los servicios públicos a mucha más población de la que, por ejemplo, cotiza; es imposible preservar la seguridad si todos los años centenares de miles de personas entran por los aeropuertos, especialmente el de Barajas.”
He perdido la cuenta de las veces que escuché esa cifra o ese argumento en los últimos meses, pero cada vez la frase se va quedando más pegada en el discurso político de Madrid.
No sé si es deformación profesional o simple cansancio informativo, pero me fijo en detalles que suelen pasar desapercibidos: el gesto de la invitada cuando habla de seguridad, el ademán del presentador al cambiar de tema, incluso la rapidez con la que se pasa por encima de los datos incómodos. Hoy, por ejemplo, nadie le discutió las cifras, ni le pidió fuentes. Eso, antes, no pasaba.
La presidenta Isabel Díaz Ayuso no solo dispara contra el Gobierno central, sino que va repasando, casi de memoria, la lista de carencias: ni presupuestos, ni política de infancia, el campo seco, infraestructuras a medias. “Aquí nadie está pensando qué es bueno para España. No tenemos Presupuestos Generales del Estado, tenemos abandonados los problemas de la infancia, el campo se muere, no llega el agua, las infraestructuras no funcionan.”
Cada frase, una losa más.
¿Adelanto electoral? La pregunta flota en el aire, pero la respuesta es casi retórica: “¿Cuándo va a haber elecciones? Cuando a él le convenga”. Sin rodeos.
Confieso que me resulta casi imposible no pensar en el déjà vu que vivimos cada temporada: la política convertida en un tablero de espera, con la gente haciendo cálculos sobre cuándo toca la próxima jugada.
Y, mientras tanto, lo cotidiano sigue su curso: más presión sobre los servicios públicos, más incertidumbre para la gente que, como todos, espera respuestas y lo que recibe es una sensación de parálisis.
No hay señales de cambio. Solo queda el runrún de fondo, ese que en Madrid y cada vez más en toda España se ha convertido en ruido habitual.
¡Sánchez, vete ya!
Fuente:
Entrevista a Isabel Díaz Ayuso en El Programa de Ana Rosa (Telecinco), 29 de septiembre de 2025.