Presentamos en este artículo dos escenarios distintos y una misma enfermedad: el uso del Poder ejecutivo para proteger intereses personales, aliados corruptos y estructuras de impunidad.
- En Francia, los abogados de Nicolás Sarkozy presionan a Emmanuel Macron, para que le conceda un indulto tras su condena por corrupción y tráfico de influencias.
- En España Pedro Sánchez maniobra para controlar los medios de comunicación privados como Prisa y Telefónica, consolidando su relato y blindando su Poder.
Ambos buscan la impunidad, maniobran para no recibir la pena que les corresponde por sus acciones.
Macron: El protector de los condenados
Macron, que se presenta como defensor de la institucionalidad europea, se tambalea ante la presión de la vieja guardia. Sarkozy, condenado por corrupción, tráfico de influencias y financiación ilegal con dinero libio, ha sido despojado de la Legión de Honor. Sin embargo, su entorno exige clemencia presidencial, impunidad. ¿Qué mensaje envía esto a la ciudadanía francesa? Que los poderosos no cumplen condena, que la justicia es negociable, y que el Elíseo sigue siendo un refugio para los corruptos.
Macron no solo tolera esta presión: la alimenta. Su negativa a romper con Sarkozy demuestra que la “República ejemplar” es solo una fachada. La derecha tradicional francesa, dividida entre Macron y Le Pen, se pudre desde dentro, y el Presidente juega al equilibrista sobre un abismo de descrédito.
Sánchez: El titiritero del relato
En España, Pedro Sánchez no necesita indultar a nadie. Él prefiere controlar el relato. Según ABC, su gobierno despliega una estrategia para hacerse con el control de Prisa y Telefónica, dos gigantes mediáticos clave para amplificar su discurso y silenciar la crítica. Esta operación no es solo una cuestión de influencia: es una colonización del espacio público.
Sánchez no gobierna: manipula. Su obsesión por el relato ha convertido La Moncloa en un laboratorio de propaganda. Mientras la sanidad se desangra, los jóvenes emigran y la corrupción se enquista, el Presidente se dedica a blindar su imagen:
- ¿Dónde queda la rendición de cuentas?
- ¿Dónde la transparencia?
Dos caras del mismo cinismo y de la impunidad
Macron y Sánchez comparten algo más que el desprecio por la ética pública: comparten una visión del Poder como herramienta de autoprotección. Ambos han convertido sus Presidencias en fortalezas desde las que se premia la lealtad política y se castiga la disidencia. La justicia, los medios, las instituciones… todo se somete al cálculo electoral.
La ciudadanía, mientras tanto, paga el precio: desafección, polarización, y una democracia cada vez más vacía de contenido.
Los abogados de Sarkozy presionan a Macron para que le conceda el indulto
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