El apretón de manos en Bruselas de Illa y Puigdemont, sella el capítulo más obsceno del Sanchismo, y no es un simple gesto político: es la fotografía más clara de la claudicación del Estado frente a quienes intentaron romperlo.
Índice
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Teatro en Bruselas entre Illa y Puigdemont
Salvador Illa, el representante del Sanchismo en Cataluña, se desplazó a Bruselas para verse cara a cara con Carles Puigdemont. No fue un encuentro improvisado ni fruto de la casualidad. A las 16:15, en la Delegación del Govern ante la UE, se escenificó la foto que ambos buscaban: un apretón de manos que, para Illa, es “un ejemplo de que el diálogo es el motor de la democracia”; para Puigdemont, la constatación de que “aún no hay normalidad democrática” y que esta reunión habría tenido que celebrarse en el Palau de la Generalitat.
Noventa minutos de reunión que, aunque vendidas como un gesto de “normalización institucional”, son en realidad un mensaje inequívoco: el PSC y Moncloa han decidido legitimar políticamente al fugado a cambio de estabilidad parlamentaria.
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Contexto político: el precio del Sanchismo
Este es el primer cara a cara entre ambos desde que Illa asumió la presidencia de la Generalitat en agosto de 2024. Puigdemont llevaba más de un año exigiendo esta cita, mientras Illa se reunía con el resto de expresidentes catalanes. Ahora, con la amnistía aprobada y pendiente de resolver su alcance sobre la malversación, el momento no es casual.
Junts vuelve a ser clave para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. El Sanchismo necesita sus votos y, a cambio, está dispuesto a ceder en todo lo que sea necesario: aplicación total de la amnistía, condonación de deuda autonómica, inversiones y, si es posible, facilitar el regreso de Puigdemont antes de fin de año.
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Reacciones: división y cálculo electoral
PSC / Illa
La portavoz del Govern, Sílvia Paneque, habló de un “gesto político” que “fortalece al país”. Illa insiste en que la iniciativa fue suya, pero la sombra de Sánchez planea sobre toda la operación.
Junts
Puigdemont agradece el gesto pero lo califica de tardío. Jordi Turull acusa a Illa de actuar por encargo de Moncloa y recuerda que lo importante no es la foto, sino cumplir los Acuerdos de Bruselas.
PP
Del “acto de sumisión” a la “foto de la vergüenza”. Para el Partido Popular, Illa se ha arrodillado ante Puigdemont. Miguel Tellado, Nacho Martín Blanco y Cayetana Álvarez de Toledo compiten en adjetivos para subrayar la humillación.
Vox
Más contundentes aún: Ignacio Garriga habla de “humillación liderada por Sánchez” y de un president que ignora la inseguridad, la islamización y las listas de espera mientras se arrodilla ante un prófugo. Pepa Millán califica el acto de “pago” político a cambio de votos.
Sumar
Aplaude la reunión y aprovecha para recordar que quieren reducir la jornada laboral. Desconexión absoluta con la tensión política real.
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El regreso de Puigdemont: la pieza central
La Ley de Amnistía fue validada por el Tribunal Constitucional el 26 de junio de 2025, pero no cubre la malversación que el Supremo le imputa. Su abogado, Gonzalo Boye, prepara un recurso de amparo para incluir este delito y solicita medidas cautelares que levanten la orden de detención.
Si el Constitucional le da la razón, Puigdemont podría volver antes de fin de año, pero no sería un regreso cualquiera: sería el triunfo simbólico de un plan que lleva años gestándose y que el Sanchismo ha decidido rematar.
El precedente es claro: en agosto de 2024 volvió brevemente a Barcelona, burlando a la justicia. Aquella escena fue un ensayo general. El objetivo ahora es regresar con garantías legales y capital político renovado.
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Impacto y riesgos del encuentro entre Illa y Puigdemont
Este encuentro puede marcar el inicio de una nueva etapa de “normalización” para unos y de rendición institucional para otros. Illa se presenta como dialogante, pero en realidad actúa como emisario de Sánchez, dispuesto a sacrificar principios por votos. Puigdemont gana centralidad y legitimidad, aunque sigue dependiendo de un fallo judicial.
El riesgo para ambos es evidente: si no logran resultados concretos, quedarán retratados como dos piezas del mismo teatro, interpretando un guion escrito en Moncloa.
Conclusión
Con esta reunión, Salvador Illa —delegado del Sanchismo en Cataluña— ha puesto precio a la dignidad de España y de todos los españoles. No se ha limitado a legitimar a un prófugo de la justicia, sino que ha blanqueado el mayor desafío institucional desde el golpe de Estado del 1 de octubre de 2017, todo para sostener a Pedro Sánchez en La Moncloa.
No hablamos de diálogo ni de concordia, sino de un trueque obsceno: votos a cambio de impunidad, poder a cambio de borrar delitos. La amnistía, concebida como una herramienta para la “convivencia”, se ha convertido en el salvoconducto político que convierte el golpe en un negocio rentable para sus autores.
Con esta operación, Illa no solo traiciona la memoria de quienes defendieron la legalidad en aquellos días, sino que abre la puerta a que cualquier ataque a la unidad nacional pueda ser premiado en el futuro. Hoy, Bruselas ha sido el escenario; mañana, si no se frena esta deriva, el escenario será el propio Congreso de los Diputados, con España entera como rehén de los pactos de un presidente dispuesto a todo por seguir en el Poder.
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