En este país, donde se baten récords turísticos, más de siete millones de personas no pueden permitirse irse una semana de vacaciones. Ni playa, ni montaña, ni pueblo. La llamada pobreza vacacional ya no es una excepción, es rutina para millones. Trabajas, pagas, sobrevives… y sigues sin poder disfrutar de un merecido descanso.
Índice
- 1 ¿Qué es esto de la pobreza vacacional?
- 2 ¿A cuántos afecta?
- 3 ¿Quién lo sufre más?
- 4 ¿Y de dónde viene esta miseria organizada?
- 5 Lo que pasa cuando no descansas
- 6 ¿Cómo se apaña la gente?
- 7 ¿Y los políticos?
- 8 El gran chiste: país de vacaciones donde nadie vacaciona
- 9 Esto va más allá del verano
- 10 Fuentes
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¿Qué es esto de la pobreza vacacional?
Es simple: no tener medios económicos para irte ni una semana fuera de tu hogar. No hablamos de resorts, ni hoteles con desayuno buffet. Hablamos de no poder desconectar. El derecho al descanso, ese que figura en discursos y constituciones, queda en papel mojado cuando no llegas ni a cubrir lo básico.
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¿A cuántos afecta?
En 2025, más de un tercio de los hogares españoles no pueden permitirse ni una semana de vacaciones. Hablamos de más de 16 millones de personas atrapadas en casa mientras el País bate récords turísticos. La media europea está en el 27 %, pero aquí seguimos por encima del 33 %. Y ojo, porque en lugares como Baleares, el 63 % de los hogares con menores no puede costear una escapada mínima. En la Comunitat Valenciana, la tasa AROPE alcanza el 29,6 %. En Cantabria, un 42 % de los hogares llega con dificultad a fin de mes. Y entre jóvenes de 16 a 29 años, más del 36 % se queda sin vacaciones. ¿Quién descansa? Casi nadie que dependa de un salario medio y viva de alquiler. El Gobierno vende crecimiento, pero la realidad es esta: millones de personas siguen trabajando sin poder disfrutar de un descanso.
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¿Quién lo sufre más?
Los de siempre:
- Trabajadores mal pagados.
- Autónomos que si no trabajan no facturan.
- Madres solas.
- Familias con niños.
Gente con trabajo, sí, pero sin margen. El Gobierno sube el salario mínimo y lanza titulares, pero en la práctica, mucha gente sigue igual o peor.
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¿Y de dónde viene esta miseria organizada?
No se trata de culpar al turismo, ni a quien decide alquilar su piso para sacar algo de rendimiento. El problema no está en la gente, sino del sistema y de sueldos que no suben al ritmo del pan ni de la gasolina. Y eso sí es responsabilidad política. Todo eso lleva años creciendo sin control y sin respuestas eficaces desde el Gobierno.
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Lo que pasa cuando no descansas
No es solo tristeza. Es ansiedad, agotamiento, ver pasar el verano desde el mismo sitio donde trabajas, comes y duermes, ver a tus hijos preguntar por qué este año tampoco, y es saber que no puedes hacer nada porque nadie en el Gobierno parece tener prisa por cambiarlo.
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¿Cómo se apaña la gente?
Rebuscando ofertas, ahorrando desde enero, quedándose en casa, tirando de familiares, o endeudándose. Porque aquí las vacaciones son cosa de planificación… o de resignación. El Gobierno lo sabe, pero no reacciona. Mucha estrategia nacional en PDF, pero la realidad no se imprime con tinta.
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¿Y los políticos?
En otros Países han lanzado ayudas reales. Aquí, discursos. Se prometen viviendas públicas que no se entregan, se tolera la especulación turística, se ignoran las protestas vecinales. Y todo mientras se inyectan millones en ‘modernización del sector’. ¿Del turismo? No. Del negocio de unos pocos.
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El gran chiste: país de vacaciones donde nadie vacaciona
España rompe techos con el turismo. Pero sus ciudadanos rompen la hucha para llenar la nevera. El contraste es insultante. Ves los datos, ves los anuncios del Gobierno y te preguntas: ¿Quién vive aquí y quién se está beneficiando con esto? Porque la mayoría ni se asoma al mar, y no por falta de ganas.
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Esto va más allá del verano
La pobreza vacacional no es un problema estacional. Es la prueba de que hemos normalizado una precariedad estructural que no debería existir. No podemos seguir confiando en parches, ayudas puntuales para sacar rédito político o discursos que quedan bien en rueda de prensa. Lo que hace falta es un sistema justo, que funcione de base, y que garantice que todo el mundo, trabaje donde trabaje y viva donde viva, pueda disfrutar de unas vacaciones merecidas. Descansar no debería ser un lujo, sino parte del contrato social básico. Si eso no está garantizado, el problema no es el verano: es el modelo entero.
Fuentes
Libre Mercado
Cadena SER
ESPN-ES
El Confidencial