El discurso oficial sobre el cambio climático está lleno de promesas, estadísticas infladas y gestos de cara a la galería, pero detrás late una realidad incómoda: las llamas no siempre son fruto del azar ni del clima extremo.
El fuego como estrategia
Cada vez más voces denuncian un plan deliberado: provocar incendios en áreas específicas para luego justificar la implantación de proyectos “verdes”, disfrazados de sostenibilidad, pero diseñados para servir a intereses corporativos y políticos.
Cuando los bosques arden, no solo desaparece la biodiversidad; también se limpia el terreno para abrir paso a infraestructuras, placas solares o parques eólicos, explotaciones mineras en lugares estratégicos. El fuego, convertido en herramienta de Poder, se transforma en la coartada perfecta para que el Gobierno, bajo la bandera de la lucha climática, ejecute operaciones de ocupación territorial.
Este relato no es un capricho conspirativo, sino el reflejo de una ciudadanía que ha aprendido a desconfiar de quienes gestionan el desastre. La pregunta ya no es si hay cambio climático —eso es evidente—, sino si quienes dicen combatirlo están utilizando la crisis como cortina de humo, para imponer agendas que nunca serían aceptadas en condiciones de transparencia democrática.
«Hay un plan para provocar incendios»
España arde y no es casual.
- Retrasos en la intervención del Ejército.
- Recalificación de terrenos tras incendios.
- Intereses de grandes fondos de inversión.
- Políticos que miran a otro lado.
La ciudadanía debe denunciar y vigilar: el bosque no se quema, lo queman.
Fuentes: