Cada verano, España arde. Y cada verano, Pedro Sánchez se apresura a convertir las llamas en escenario de su propaganda. Allí donde los vecinos lloran sus hogares y los agricultores ven calcinado su sustento, el Gobierno levanta un relato oportunista: el cambio climático como culpable absoluto. Una coartada perfecta que, repetida hasta la saciedad, pretende ocultar lo evidente: su incapacidad de gobernar, prevenir, proteger y gestionar un País.
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El relato del miedo
Sánchez ha hecho del miedo una herramienta de control político. Pandemias, clima, guerras lejanas… siempre encuentra una causa superior que le permite presentarse como salvador, mientras el País se hunde en la mediocridad. El cambio climático es su dogma, su religión de conveniencia, con la que justifica cualquier desastre y descalifica cualquier crítica. No hay debate, ni matices: quien no repite el eslogan oficial es “negacionista”.
Pero la realidad es testaruda: los incendios no se combaten con discursos, se combaten con prevención, limpieza de montes, inversión en medios forestales y apoyo al mundo rural. Nada de eso está en la agenda del Gobierno, porque no da votos inmediatos ni rédito propagandístico.
La verdad incómoda de los incendios y el clima
El abandono del campo español es un hecho. Los pueblos se vacían, los agricultores y ganaderos sobreviven acosados por impuestos y normativas absurdas, mientras el monte se convierte en un polvorín abandonado. Sin gestión forestal, cualquier chispa se convierte en un infierno. Esa es la verdad incómoda que Sánchez no quiere pronunciar: los fuegos no son solo consecuencia del clima, sino de su desidia política.
La estafa verde del Gobierno
Sánchez se envuelve en un discurso “verde”, pero su política es puro humo. Firma Acuerdos Internacionales, organiza Cumbres, se fotografía con Líderes globales… pero mientras tanto España importa energía sucia, destruye su propia industria y castiga al ciudadano con impuestos ecológicos que solo sirven para engordar las arcas del Estado. La transición energética que proclama no es más que un negocio disfrazado de virtud.
Lo más grave es que su Gobierno se apoya en esta propaganda para tapar su incompetencia en lo esencial: economía estancada, deuda desbocada, inseguridad creciente y un deterioro institucional sin precedentes. No gobiernan: administran ruinas y venden discursos.
Conclusión: un futuro hipotecado
La manipulación del cambio climático como excusa revela la falta de visión de un Ejecutivo que no sabe gobernar. España necesita Líderes que entiendan el territorio, que protejan al ciudadano y que trabajen por el futuro del País. En cambio, tenemos a un Presidente que confunde gobernar con manipular, y liderazgo con propaganda.
El clima no miente. Los incendios tampoco. Lo que arde en realidad es el futuro de España, consumido por la incompetencia de quienes jamás estuvieron preparados para dirigir una nación.