La advertencia lanzada por Friedrich Merz, Líder de la CDU alemana, ha encendido todas las alarmas: «el modelo de pensiones y el Estado del bienestar tal como lo conocemos podrían estar al borde del colapso». En un contexto de envejecimiento poblacional, baja natalidad y presión fiscal creciente, Alemania —motor económico de Europa— se enfrenta a una encrucijada que podría redefinir el contrato social del continente.
Merz no solo cuestiona la sostenibilidad del sistema actual, sino que propone una revisión profunda del gasto público, especialmente en pensiones, subsidios y servicios sociales. Esta postura, aunque polémica, refleja una tendencia que ya se observa en otros Países europeos: el desplazamiento del modelo redistributivo hacia esquemas más privatizados y meritocráticos.
¿Y España? El estado del bienestar peligra
España, con una estructura demográfica aún más frágil y una economía menos robusta, podría ser el siguiente dominó en caer. El sistema de pensiones español, basado en reparto, depende críticamente de las cotizaciones de los trabajadores activos. Pero con una tasa de natalidad en mínimos históricos y una juventud precarizada, el equilibrio se tambalea.
Además, la deuda pública supera el 110% del PIB, y los compromisos sociales siguen creciendo. Si Alemania —con su disciplina fiscal y músculo industrial— duda de su capacidad para sostener el bienestar, ¿Qué puede esperar España?
Proyección a futuro: ¿Qué nos espera?
- Desigualdad creciente: Si se recortan prestaciones y se privatizan servicios, quienes no puedan pagar quedarán excluidos.
- Conflicto generacional: Los jóvenes podrían rebelarse contra un sistema que les exige sostener a una población envejecida sin ofrecerles estabilidad ni futuro.
- Reforma radical o colapso: España deberá elegir entre una reforma estructural profunda (con participación ciudadana real) o enfrentar un colapso institucional que podría desembocar en estallidos sociales.
¿Qué hacer ante el declive del estado del bienestar?
La solución no pasa por copiar modelos fallidos ni por seguir recetas neoliberales. España necesita repensar su modelo de bienestar desde la base: con transparencia, participación y justicia intergeneracional. Y sobre todo, con una ciudadanía crítica y movilizada que no acepte el chantaje de la austeridad como única salida.
No es de recibo cargar partidas que no corresponden a la Seguridad Social por incompetencia y excesivo gasto de quienes nos dirigen.
Cargar otros gastos de personas que no han cotizado no es aceptable y deberían imputarse a los Presupuestos Generales del Estado.
En cualquier caso, cuando hay problemas económicos hay que reducir el gasto político y, como Sociedad Civil organizada debemos exigirlo.